John Donne

John Donne falleció cristianamente el día 21 de los corrientes a la edad de setenta y nueve años, e.p.d.…

En su díptico, cuya portada se reproduce abajo, insertó su poesía favorita de Jorge Manrique en la que se afirma que, cuando se muere, se descansa…

No sabía que le gustaran esas coplas… bueno, no sabía ni dónde vivía… de pequeño, me leía un Superhumor de Mortadelo y Filemón sin tapas… él me iba señalando las viñetas y explicándomelas… yo le preguntaba: “Y aquí, ¿aquí qué pasa?”… no sé por qué, la primera imagen que me viene a la mente es Mortadelo disfrazado de centauro en plena carrera —huyendo de su jefe, probablemente…

Ese libro lo tengo yo, guardado en un armario donde atesoro infinidad de tebeos y de cosas, como un todoterreno con radiocontrol que apenas utilicé, para dolor bursátil de mis padres…

El ropero entero debe pesar una barbaridad, imposible de mover… ya tiré bastantes trastos un día que mi madre me retó a hacerlo… lo hice para que dejara de restregarme la cantidad de porquería que acumulaba, y desde entonces no deja de martirizarme con que eché a la basura un montón de juguetes que le habían costado un dineral…

El pasado, que se agolpa y obtura y fija… luego, quedan unos versos y una figura que ni conocí… aunque, bien pensado, no es poco… esas lecturas me llevaron a otras lecturas que me dirigieron a otras y a otros… un inicio, ¿no?...

John Donne, leyéndome tebeos, y mis padres, susurrándome la colección de cuentos de Walt Disney para que me durmiera (recuerdo, recuerdo la historia del pingüino friolero, creo que era mi favorita)… Son nimiedades que no puedo olvidar y que, seguramente, hayan sufrido la deformación del paso del tiempo, hayan sido mejoradas, perfeccionadas, adaptadas a la idea que yo tengo de mi infancia… en fin, da igual… esto es sólo para que sepas, John Donne, que me acuerdo de ti, que no te olvidaré, que te quise y que te quiero, y que un día, reordenando mi armario, encontraré tu cartilla funeraria y todo volverá fresco a mí, como si los años no hubieran pasado nunca nunca nunca…


1 comentario

hatsue-san dijo...

Piénsalo, no conocías a ese hombre. O mejor dicho, sólo conocías una parte muy concreta de él. igual que me pasó a mi con mi tío abuelo. Es curioso, no? Lo mismo nos ocurrirá a nosotros. Moriremos, y alguien tal vez recordará un retazo de nosotros, deformado, tal vez algo extraño incluso. Cosas que tal vez no pensaríamos que serían nuestra memoria, formada por nimiedades.
pero las nimiedades son lo mejor, no?