Cien arriba, cien abajo

El hombre con gafas se acerca al vendedor sentado detrás del ordenador:

—Hola.
—Hola. Dígame.
—Busco el libro Ciempiés de Pérez-Reverte.
—¿Ciempiés me ha dicho?
—Sí, Ciempiés.

El vendedor no se imagina a Pérez-Reverte poniendo ese título a ningún libro suyo, pero tampoco se imaginaba que escribiría uno con el título de Ojos azules, ni con el formato y el color de Ojos azules; así que, como todo puede pasar, busca en la base de datos.

—Lo siento, pero por Ciempiés no me aparece ninguna novela, ni de Pérez-Reverte ni de ningún otro autor.
—¿No?
—No, lo siento. ¿No puede que sea otro título, u otro autor (u otro planeta)?
—¿Zafón?
—No, lo siento. Ya le he comentado que he buscado por el TÍTULO y no aparece NADA.

Al vendedor se le enciende la bombilla. Sólo hay un título que le venga como una llamarada a la cabeza y se parezca a Ciempiés.

—¿Podrías ser Cienfuegos de Vázquez-Figueroa?
—Eh... A mí me dijo Ciempiés de Pérez-Reverte. Un momento, que llamo...

El cliente telefonea a la persona que le hizo el encargo.

—¿Ese Vázquez ha escrito algo con el nombre de Tuareg?

¡BINGO!

1 comentario

cocamarin dijo...

Cien pajas debes necesitar al día para recuperar el ánimo.