Carrer Progrés, ganador del concurso de la fiesta mayor de Gràcia (Barcelona)

Fotografías de Hatsue

Es sumamente inteligente ir a ver las engalanadas calles de Gràcia un festivo por la tarde y lo más parecido a un sucidio en grupo de la secta Moon. La calle ganadora ha resultado ser Progrés, la última que vimos y que nos hizo huir cames ajudeu-me. No nos dimos a la fuga porque fuera horrible, pues la decoración es realmente impresionante, sino por la multitud.

El problema que tuvimos es que si vas primero a ver a la cansina ganadora de tantos otros años, la calle Verdi, y luegos vas hacia abajo, entras a Progés por la calle Tordera y no por Llibertat, es decir, a la inversa. No fuimos los únicos que nos confundimos y accedimos por "el culo", atraídos por las figuras gigantes de papel maché del T-Rex y el velociraptor (a todo esto, ¿no debería ser "velocirráptor"?).




Al principio hay gente, como en todas las calles, pero cuando te das cuenta de la trampa en que convirtieron aquel tramo, ya es demasiado tarde para recular. La decoración era apabullante, por el trabajo realizado y por la cantidad. El tamaño de las esculturas reducía el paso disponible para los peatones. Y la masa empezaba a espesarse, el conglomerado amenazaba con pegarse. Si intentabas olvidarte mirando hacia arriba, te encontrabas con un techo de maleza de bolsas de plástico. Yo lo pasé bastante mal.





Hacia el final estuve por sufrir un ataque de pánico. El final, en realidad, era el principio del recorrido y la gente no dejaba de entrar. Accedía a través de unas puertas que imitaban a las de la película Jurassic Park, desde las cuales no se podía apreciar el pitote que se estaba formando. Los que iban en un sentido chocaban con los del otro. Para más inri, se producía un cuello de botella por culpa de una una fuente gigante parte del decorado.

La gente que entraba estaba furiosa porque apenas tenían un carril e insultaban a los que habíamos entrado en sentido contrario. Hacía un calor horrible, estábamos encajonados entre los edificios y toda la parafernalia del cretácico. Los ánimos no tardaron en inflamarse. Hubo insultos, empujones, amenazas. Llegué a pensar que se iba a armar una pelea, la muchedumbre se iba a convertir en turba y todos íbamos a morir allí como en una estampida de ñus.



Para otro año, sería recomendable poner indicaciones para que la gente recorriese las calles en un único sentido y que el paso habilitado para los viandantes fuera mayor dado la cantidad de visitantes que acude a estas fiestas. Al salir y ver la calle Llibertat, quise respirar pero también había allí un puto dragón gigante. ¡Aaaargh, qué agobio!



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