El último desafío


Schwarzenegger no es lo peor de esta película. Él es el gancho, la gracia, la figura nostálgica que nos lleva a verla porque ahora él y Stallone y Van Damme y otros tantos que hacían películas pésimas de acción son reverenciables, son nuestra juventud, molan mazo.

Esta película recupera para nosotros la lógica incoherente e inconsistente de aquellas pelis clásicas de acción y la lleva un paso más allá. Si antes estábamos al borde del precipicio, ahora estamos un paso más allá. Sumemos cowboys y el videojuego Gran Turismo y batámoslo todo bien fuerte.

Amablemente, también recupera el humor y las frases de aquellas pelis. Es un revival con un abuelo resucitado como protagonista. No lo digo por ser malintencionadamente hiriente pero es que Arnold no se mueve apenas, ni siquiera tiene fuerza para sostener firme su pistolón de fogueo.

Lo peor, sin duda, es el malo malísimo. Malo no por antagonista sino por pésimo. Eduardo Noriega se sale, ya sea por su personaje absurdo a más no poder, ya sea por su actuación lamentable. Transmite menos que una radio desenchufada. ¿Podría subirse la apuesta? Sí: en la versión española se dobla a sí mismo.

Lo hace tan mal que uno deja de sentirse bien. Cada vez que vez sus ojos de pez apuntan hacia algo o alguien, ya ves que sus labios se van a despegar, que va a decir algo. Y lo hace. Ahí es cuando uno se solidariza con el yayo Arny y con el guionista de mierda que parió esta hez.

Asumes que siempre puede haber alguien peor, mucho, mucho peor. Y no quiero ni imaginar qué viene después de Noriega. Tal vez Prometheus 2 protagonizada por él haciendo de marciano. Si eso sucediera, encontrarían antes una cura para el cáncer que para esa película.

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