Esto no es una novela, de David Markson


Esto no es una novela es tan adictivo que parece escrito con cocaína. David Markson, fallecido en 2010, fue un escritor estadounidense de literatura experimental alabado por el mismísimo David Foster Wallace (el clon con talento de Pau Donés).

Este libro es el segundo volumen de su tetralogía compuesta por Reader's Block, This Is Not a Novel, Vanishing Point y The Last Novel. Conforman una unidad en tanto al estilo y no porque desarrollen una historia lineal. De hecho, no hay relato alguno.

Los dos primeros han sido traducidos en español por la editorial argentina La Bestia Equilátera, que tiene un catálogo muy interesante y llamativo. Aunque sus libros en papel son caros (éste costaba 24€), en digital son más económicos, desde los 5€ en Amazon hasta los 8 (y casi 10) en otras.

Son fragmentos hilvanados por una voz narrativa que se hace llamar "Escritor". En el primero, La soledad del escritor, así traducido por la mencionada editorial, se hace llamar "Lector"; en el tercero, será "Autor"; y en el último, "Novelista".

Los fragmentos contienen citas, anécdotas de escritores y pensamientos de la voz narrativa. Los cuatro volúmenes juntos conforman una especie de autobiografía literaria de Markson con la que se despidió del mundo. De hecho, The Last Novel fue su última novela, publicada en 2007.

Es un libro que gustará a aquellos que disfruten con la literatura que habla de literatura. Ejemplos de ella pueden ser novelas como Bartleby y compañía de Vila-Matas o tantos de los textos que hayan parido autores-biblioteca como Borges, Cortázar o Bolaño.

Se lee muy rápido. Es poético, divertido, fascinante y curioso. Llegué a pensar que se me haría pesado, que me resultaría repetitivo, que me hartaría mucho antes de la mitad, pero al día siguiente de empezarlo ya me lo había terminado. Os copio el principio:

El Escritor está bastante tentado a dejar de escribir.

El Escritor está mortalmente aburrido de inventar historias.

Lord Byron murió de fiebre reumática, o de tifus, o de uremia, o de malaria.
O lo mataron sin querer sus médicos, que le practicaban constantes sangrías.

Stephen Crane murió de tuberculosis en 1900. De habérsele concedido la duración promedio de la vida actual, habría vivido hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial.

Esta mañana caminé hasta el lugar donde los barrenderos tiran la basura. Dios mío, fue hermoso.
Dice una carta de Van Gogh.

Bertolt Brecht murió de un infarto. Aterrado por la idea de que lo enterraran vivo, había rogado que le atravesaran el corazón con un estilete una vez declarado legalmente muerto. Cosa que hizo un médico tratante.

Señor Coleridge, no llore. Si el opio realmente le hace bien, y debe consumirlo, ¿por qué no va y lo consigue?
Preguntó la madre de Wilkie Collins.

William Blake vivía y se vestía con una mugre inconcebible, y no se bañaba casi nunca.
La piel del señor Blake no mancha, aportó su esposa Catherine.

Cuando tenía la edad de ellos yo dibujaba como Rafael. Pero me llevó toda una vida aprender a dibujar así.
Dijo Picasso en una muestra de arte infantil.

Una novela sin ningún tipo de indicio de argumento, le gustaría idear al Escritor.

Y sin personajes. Ninguno.

1 comentario

aningunsitioperoquesealejos dijo...

He visto personalmente los libros de La Bestia Equilátera y no valen lo que cuestan. Por el precio que cuestan, son una mierda. Para más inri, La soledad del lector y Esto no es una novela, tienen formatos y tipos de papel distintos: uno es un poco más grande que el otro, con papel satiando en lugar de mate, con casi el doble de peso.