El libro (de los 50 años) de Forges


Forges no acostumbra a hacerme demasiada gracia. En esta antología de cinco décadas alguna que otra vez me he reído. Lo más triste es que, si tan importante es el autor, algo de contexto estaría bien. No estoy hablando de una edición de Cátedra pero sí de una mínima introducción.

Los chistes de Forges, a diferencia de los de El Roto, requieren la actualidad. Si una viñeta de El Roto hace gracia hoy, hará gracia mañana. En cambio, hay bromas de Forges que sin saber la noticia del día no te enteras de nada.

A mí me hubiera gustado que explicarán el porqué del grafismo de esos bocadillos de línea enorme, la obsesión del autor por crear su propio lenguaje, cada vez más opaco para los que no somos seguidores suyos, o por qué modo decidió empezar a dibujar con el ordenador.

Faltándome esto, y entendiendo que a sus lectores habituales el análisis más técnico les puede importar un bledo, el libro me ha gustado más bien de poco. Eso sí, los fans incondicionales del humorista se encontrarán con un buen volumen por unos escasos veinte euros.

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