Punto de fuga de David Markson


La tetralogía de Markson la estoy leyendo sin orden alguno. Primero leí Esto no es una novela en digital1 y ahora he acabado Punto de fuga (Vanishing point) en papel, segundo y tercero respectivamente. Seguramente, el próximo será el primero, La soledad del lector (Reader's block), pues el último, The last novel, todavía no está en español.

La traducción es un tema a tener en cuenta. Esto no es una novela, editado por La Bestia Equilátera y traducido por Laura Wittner, es un pasapáginas. Punto de fuga, con su hermosa portada minimalista, de la mano de la editorial mexicana Verdelago, transvasada a nuestro idioma por Verónica Martínez Lira y Alejandra Reta Lira, no ha resultado ser la misma experiencia.

Tanto la traducción argentina como la mexicana contienen vocabulario y expresiones a las que no estoy acostumbrado. Pese a haber leído a autores latinoamericanos, hay cosas que se me escapan. Tampoco es lo mismo la escritura en lengua materna de un autor hispanoamericano que la traducción de un relato originalmente escrito en inglés2.

Pero más allá del léxico, la edición mexicana usa una sintaxis que me descuadra, que puede ser la habitual en la variante del país norteamericano pero no en la peninsular, como la elisión de la conjunción "que" (a la inglesa) o la ausencia de pronombres de objeto directo/indirecto. Hay otras, sin embargo, que son errores, como el uso de coma entre sujeto y predicado.

Al leerlo con mi acento peninsular, la cadencia y la fluidez quedaban constantemente truncadas. Es curioso cómo, en cambio, la versión de Laura Wittner me impulsa a avanzar, a correr más y más. Me pregunto si también es relevante que la edición argentina la tenga en e-book y todo sea cosa de darle a un botón como en una máquina tragaperras.

Si no se consigue un ritmo adecuado para este tipo de libro, la lectura queda muy tocada. El texto se divide en fragmentos, en pequeñas anécdotas o pensamientos, conectadas justamente por la sintaxis o por el tema más que por una narración, inexistente. Tiene bastante de poema por la importancia de la forma por encima del contenido.

Una vez leído, me queda más claro que los últimos libros de Markson eran, o su manera de exorcizar su miedo a la muerte, o su manera de obsesionarse y volverse totalmente loco con ella. Es su biografía literaria, sus biblioteca de recuerdos como lector-escritor. Aparecen más esquelas de escritores que en una Historia de la Literatura Universal.

Como ya apunté en la reseña anterior, es un libro para aquellos que disfruten con la literatura que habla de literatura y el arte experimental.

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1 Después de mi reseña sobre Esto no es una novela, he tenido entre mis manos los libros de La Bestia Equilátera y no valen los veintimuchos euros que cuestan: no tienen un diseño ni una tipografía que los hagan destacar, ni tampoco una cubierta en condiciones (es muy endeble). Para más inri, La soledad del lector y Esto no es una novela tienen formatos y tipos de papel distintos: uno es un poco más grande que el otro, con papel satinado en lugar de mate, con casi el doble de peso.


2 Puedes ver una película con Ricardo Darín y no resultarte extraño el acento. Ves, en cambio, a Tom Hanks doblado con ese mismo acento y se te produce un cortocircuito porque no es a lo que estás acostumbrado (si eres español, claro).

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