Por qué comprar una Smart TV es la opción menos 'smart'

Pisapapeles marca Samsung

Me compré en 2013 una Smart TV, una televisión inteligente, y me arrepiento de ello. Fue un gasto abultado para un trasto que no hace mucho más que una televisión sin diploma de Community Manager.

Mi idea era tener un  televisor conectado a internet y poder ver sin complicaciones películas en mi salón a través de servicios de video bajo demanda como Wuaki o Filmin. ¿Para apoyar a las compañias que se abrían paso en este difícil camino en España? Y por comodidad.

Como expliqué en otro post, mi experiencia con las plataformas de video ha sido desastrosa. No he podido ver nada en streaming sin padecer cortes. Que la televisión tenga Wi-Fi es una estupidez porque el cable es lo único que, en principio, asegura una transmisión fluida. Digo "en principio" porque yo he tenido problemas por ambos canales, tanto con 6 megas como con 100.

En mi último intento después de un año, tuvieron los santos redaños de aconsejarme en Filmin que me comprara Google Chrome, que las aplicaciones para Smart TVs eran muy limitadas. En el año que he estado no han actualizado su app ni usa sola vez frente a las, como mínimo, cinco de Wuaki, que funciona mejor pero que tiene un catálogo menos atractivo.

Recuerdo que el aparatito de Google salió poco después de que yo adquiriera mi pisapapeles y que me mordí el labio pensando en que la había cagado. Sin haberlo probado, tengo claro que planté un buen pino, no por el dispositivo de marras sino porque hay opciones mucho mejores.

Uno puede conectar un disco duro multimedia a una televisión normal y ver películas sin interrupciones. Puede añadir una Raspberry Pi y programarla para que se descarguen sus series favoritas. Los inconvenientes desaparecerán en un pispás.

Elegí la marca Samsung porque supuse que sería la que más aplicaciones ofrecería en catálogo. Además, podría conectar el móvil y hacer "virguerías". No lo he utilizado casi nada. Un par de veces probé a mostrar las imágenes del teléfono en la pantalla grande y me pareció engorroso. Tampoco, seamos sinceros, mis fotografías merecen que les magnifiquen los defectos.

Los servicios de redes sociales no los he utilizado nunca y no sé si existe alguien que se siente delante del televisor a responder su Facebook o su Twitter. A todo esto, se necesita un teclado inalámbrico para poder hacerlo. Escribir con el mando es un infierno, un báratro endemoniado que empeora con un sistema distinto para cada programa, a cada cual peor.

Un detalle que me molesta significativemente es que Samsung preinstalala aplicaciones que no se pueden quitar o, si las desinstalas, en la siguiente actualización volverán a estar ahí. Me imagino a un culé viendo horrorizado como no puede quitar el botón del diario As, o a un periodista íntegro intentando infructuosamente retirar el de El País.

La que sí he probado en varias ocasiones ha sido la aplicación de Youtube, que necesitó varias actualizaciones para que pudiera reproducir los videos. ¿Bastante representativo, no? Igualmente, no es ni por asomo tan rápida y cómoda como en el ordenador.

El navegador viene a ser un incordio por igual. Hoy en día, con los móviles y las tabletas, ¿quién va a cambiar la sencillez de los gestos de la mano por el control remoto que ni remotamente controla algo?

Fastidia sobremanera que, entre tanta pijada inútil, al final se han dejado de implementar cosas tan útiles como la edición de canales, que podría ser bastante mejor, más cuando con el prodigio de la TDT tienes que resintonizar y reordenar los canales casi cada jueves.

En resumidas cuentas, hice el canelo. Las Smart TVs son sistemas cerrados que no aportan ninguna ventaja frente a un ordenador conectado a la televisión por HDMI. No cometáis el mismo error que yo y ahorraos el dinero para algo mejor.

2 comentarios

el convincente gon dijo...

A mí me pasó algo parecido y estoy de acuerdo: la smart tv no vale para nada.

aningunsitioperoquesealejos dijo...

Te acompaño en el sentimiento. :/