Médicos Sin Reparos

En la consulta del urólogo, el paciente derrotado y desesperado llega con su último recurso: la madre andaluza.

–Pues vamos a pedir que te hagan otro contraste... –suelta con parsimonia el médico con pelo engominado con grasa de uro y barba de Pau Donés.

«¡La prueba del laxante, no, por favor! ¡Otra vez, no!» piensa desde su pozo de angustia el enfermo mientras guarda cara de nada.

–...para asegurarnos de que el riñón funciona bien y saber exactamente dónde tienes la piedra.

«Lo he repetido por activa y por pasiva: la piedra está donde estaba cuando me hospitalizaron en marzo, donde estaba cuando me ingresaron en mayo y donde seguía estando cuando vine a urgencias la semana pasada. Todas las radiografías muestran que no se ha movido. ¡Está encallada al final del uréter POR-QUE-NO-PA-SA! ¡Y el riñón está mal! Si no me duele a morir, me molesta. ¡Es agotador! Dicen que el dolor es como el del parto, pero nadie habla de que las molestias son como las de la regla. ¡Quiero dejar de ser una mujer ya!» aúlla en su conciencia el hombrecillo.

–¿Pero, vamos a ver –interviene la madre–, después de tanta prueba, le van a sacar la piedra o no? Porque no puede ser que mi hijo lleve desde marzo con ella y ustedes no hagan nada. Repiten pruebas y pruebas mientras mi niño –treinta y tres años– va a peor. Que tengo conocidos que les han atendido en este hospital y las cosas no se han hecho bien.
–Le aseguro que estamos haciendo todo lo necesario para saber cómo actuar –dice con voz seria como si fuera el doctor Derek Shepherd de Anatomía de Grey.
–¡Pero es que ahora –sube el tono y remarca– le vuelven a hacer la misma prueba que le hicieron en mayo, y estamos en julio y seguimos igual! ¡Lo que no quiero es que mi hijo pierda el riñón como una mujer del barrio que conozco que vive en la calle de enfrente mía que...!
–Usted estése tranquila –la corta el médico con tono de suficiencia– que su hijo no es, ni mucho menos, de los peores pacientes que tengo. Créame.
–¡A mí me da igual que mi hijo sea el peor, el mejor o el del medio! ¡LO QUE QUIERO ES QUE LO CUREN, QUE LLEVAMOS CUATRO MESES Y NO HACEN NADA, COÑO!
–¡Bueno, bueno! –recula el médico–. Que no quiero decir que su hijo no esté mal –y se dirige al mencionado–. Que puedes estar mal, ¿eh?, muy mal. ¡No quiero decir que no puedas perder el riñón, ojo! ¡Tranquilidad!

¿Tran... qui... lidad?


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