Sufragistas (Suffragette) de Sarah Gavron


Se pueden leer en el cartel promocional de la película las tonterías de siempre: "La mejor película del año", "obra maestra",... además de mostrar a Meryl Streep cuya interpretación dura apenas unos segundos.

¿Es mala la película? Es necesaria. Es triste pero es así. La película es correcta, es el típico filme histórico que no profundiza, que es plano, sencillo y digerible, que ataca al sentimiento para hacer llegar el mensaje de la manera más fácil posible. La interpretaciones son buenas, no aburre, pero lo cierto es que todo se resume a los créditos finales en que nos muestran el año en que se autorizó el voto femenino en diversos países.

Es necesaria por la corriente que, pese a los discursos públicos tan políticamente correctos como asépticos y fraudulentos, circulan por internet mostrando la realidad del asunto: el debate no es el género ni la desigualdad sino si las mujeres son unas putas, unas zorras, unas mentirosas o unas estrechas; si el feminismo intenta cortarnos los huevos, o si es un movimiento aprovechado ventajista, o si basta de tanta tontería que yo sólo quiero que me la chupes sin tener que hacer esfuerzo.

La cosa está así. Parece que las olas de la marea del rosa Disney están retrocediendo un poco pero la basura sigue oliendo igual de mal, sigue repitiéndose el victimismo de los judeo-machotes frente a la temible amenaza feminazi. Así vamos, que luego lloran porque les exigen depilarse el pecho o ponerse cremas. Brutal el comentario del tipo que quería que estuviera bien rasurada en su entrepierna porque no quería pelos mientras su avatar lucía una barbucha que ni Matusalén de resaca.

Sufragistas, ambientada en 1912, nos cuenta cómo la lavandera Maud Watts, oprimida por obrera y por mujer, entra en contacto con el movimiento sufragista y las ideas de Emmeline Pankhurst, figura histórica real. La historia nos muestra las duras condiciones de trabajo y la oposición y rechazo que sufre la protagonista, además de los encarcelamientos y el ostracismo al que se ve relegada.

Como he dicho, no es extraordinaria, pues se queda en la superficie, pero es una película tan correcta como todavía muy necesaria.

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