Dos pelis malas: Virgen a los 40 y Ocho apellidos catalanes

Virgen a los 40 (The 40-Year-Old Virgin)
de Judd Apatow

¿Steve Carell y coñas sobre un virgen cuarentón, qué podría fallar? Por lo visto, todo. Los estadounidenses se ponen muy conservadores y moralistas con el tema. Una cosa es no meterse con alguien por ser virgen y otra es casi ensalzarlo en un pedestal.

Los chistes son de mal gusto y faltos de gracia. Su humor se ve tan trasnochado, tan cutre, que parece más vieja de lo que es. Creí que era de los 90 y es de 2005. La actitud frente al tema es totalmente adolescente. Y no estoy seguro si en EE.UU. esta peli estaba orientada a los colegiales.

Andy trabaja en una tienda de electrodomésticos. En su apartamento, atesora sus colecciones de cómics y figuritas de acción. ¿Coincidencia? No, cliché. Cuando los cabestros de sus colegas de curro se enteran que sigue siendo un Perceval, decidirán ayudarlo (empujarlo) a echar su primer polvo.

De ser española esta película, Carell hubiera acabado hundido a base de chascarrillos hirientes nada más entrar en el bar por todos los habituales acodados en la barra. Aunque, bien pensado, de ser española podría haber acabado como la siguiente.

Ocho apellidos catalanes
de Emilio Martínez-Lázaro

Peor todavía que Ocho apellidos vascos, cuyo recuerdo ha ido empeorando en mi sesera. Dani Rovira está peor que en la primera, Berto Romero hace más gracia en los late night shows de Buenafuente y la mala leche de Rosa Maria Sardà no brilla como antaño.

La única que no baja es Clara Lago, que repite su nivel de actuación de la anterior. Pero, claro, mucho mérito no tiene cuando no se puede caer más bajo. ¡Que tu personaje es vasco, leñe! ¿Cómo puedes hablar como una madrileña cuando tu padre (Karra Elejalde) tiene un acento del copón?

El rollo hipster de Barcelona está muy bien; las coñas con la Independencia y las gracias con querer dejar España pero no el jamón, también. El problema es que, además de la falta de frescura esperable por ser una secuela, el humor con los catalanes es menos sorprendente que con los vascos.

Cuando juntaron vascos con andaluces, todos nos quedamos un poco preguntándonos por dónde lo iban a coger. Con los catalanes va por la senda esperada. Con guionistas más achispados que con chispa, pues la cosa no ha salido bien. A diferencia de la primera, no tiene ni puntazos memorables.

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