La lluvia amarilla de Julio Llamazares


La lluvia amarilla ofrece uno de los comienzos más intensos que conozco. Publicada en 1988, es la segunda novela de Julio Llamazares. Sus apenas ciento cincuenta páginas son una carrera de fondo. Tanto yo como mi pareja, que tuvo el buen ojo de escogerla en una librería de segunda mano, fuimos incapaces de terminarla de una tacada.

La pausa fue necesaria, pues la efusividad del relato es tal que uno debe apartarse del texto para poder tomar aire. No en vano, el libro narra en primera persona el testimonio del último habitante de Ainielle, un pueblo del Pirineo aragonés. Por mi parte, intenté intercalar alguna lectura, y elegí mal. Autorretrato sin mí de Aramburu fue la peor elección para distraerse.

La génesis de la obra es curiosa, pues el propio Llamazares nació en un municipio leonés que en 1969 desapareció bajo las aguas de un embalse1. Y aunque Ainielle existió realmente, la ficción está construida sobre la voz del último residente de Sarnago, otra localidad de Soria que casi cayó también en el olvido.

Y es que "la lluvia amarilla" cae por toda la geografía española. Es la expresión de la despoblación de las zonas rurales del país, la pérdida de un estilo de vida. Pero también es una voz terrible e incomoda sobre la soledad y el abandono. Su lenguaje poderoso, sincero y poético, embiste con un torrente emocional de tal profusión que hasta el mejor prevenido tendrá difícil no ahogarse.

Es cierto que en la segunda mitad la historia parece perder el rumbo. El tiempo se estanca y el protagonista queda encerrado en el espejo de sus recuerdos y sombras. ¿Pero no es acaso esa la definición del desamparo? Capítulo tras capítulo, el mundo que el protagonista conoció va desvaneciéndose en la penumbra.

Sin duda, esta novela de Julio Llamazares ha sido uno de los mayores retos lectores de este 2018. Encarar la visceralidad del relato ha sido todo una prueba de resistencia. Afortunadamente, es un esfuerzo que tiene su recompensa.

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1 Se trata del embalse Juan Benet, obra del ingeniero y escritor del mismo nombre, autor de libros de relatos tan alegres como Una tumba y Nunca llegarás a nada.

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