El hombre que mató a Lucky Luke es un álbum escrito y dibujado por Matthieu Bonhomme fuera de la serie oficial del personaje. Tras la muerte de Morris, su creador, en 2001, fue el autor lionés Achdé el encargado de continuar las andanzas del vaquero solitario más querido por todos. La editorial Dargaud, en un dechado de originalidad, además de continuar la serie creó otra bautizada como Kid Luke sobre la infancia del protagonista, tal como ya hiciera con Spirou y el Pequeño Spirou.
Este 2016 ha sido el 70º aniversario del nacimiento del personaje y Bonhomme, que es un fan absoluto de la serie, ha acabado obteniendo su recompensa tras infinitas indirectas y súplicas a los mandamases de la editorial francesa. Otra vez, de modo análogo a lo que se hizo con Spirou, este álbum es una especie de "Lucky Luke visto por...". Los "Visto por..." son historias de un personaje famoso que es reinterpretado por autores ajenos a la serie.
Sin embargo, a diferencia de, por ejemplo, El botones de verde caqui de Yann y Schwartz, en el que Spirou vive una aventura en plena Segunda Guerra Mundial, aquí no nos encontramos con un Lucky Luke teletransportado a otra época ni lugar distintos. Al contrario, este volumen se ubica cronológicamente entre los tomos 21 y 22, y se atreve a dar explicación a cierta modificación que sufrió el icónico personaje a lo largo de su evolución.
El cómic de Bonhomme ya atrae sólo con ver la cubierta: un portadón chulísimo con un Lucky Luke listo para un duelo envuelto en un poncho a lo Clint Eastwood, y un título que podría recordar a La Muerte de Superman pero que evoca la película de El hombre que mató a Liberty Vallance. El álbum aglutina tanto el guión de ésta como la trama de la magnífica novela Warlock de Oakley Hall, cuya versión cinematográfica llegó a España bajo el título de El hombre de las pistolas de oro.
Los guiños se repiten y, sin duda, me habré perdido muchos. El que no se puede saltar nadie es una cita clarísima y archiconocida de Sin Perdón. También hay viñetas que me han recordado escenas de Hasta que llegó su hora (High Noon), Érase una vez en el Oeste (Once Upon a Time in the West) y Rio Bravo. He leído que el nombre del personaje de Doc Wednesday apunta directamente al del pistolero Doc Holiday, y el nombre de Morris aparece en una lápida del cementerio. La lista podría seguir, pero por mí mismo no he encontrado más.
La historia empieza por el final, como la película de Liberty Valance. El inicio del relato, no obstante, se sitúa en una noche de fuerte tormenta en la que Lucky Luke llega a Froggy Town. Allí le pedirán ayuda para encontrar a los asaltantes que han robado la diligencia que transportaba el oro de los mineros del pueblo. A pesar de sus primeras reticencias, aceptará, teniendo que hacer frente a los hermanos Bone, quienes se dedican a hacer y deshacer las leyes a su antojo.
El lector ávido por ver desfilar a todo el elenco de caras conocidas se quedará con las ganas. No tenemos las pataletas de los Dalton, ni la estupidez de Rantamplán, ni podemos leer los pensamientos de su inseparable montura Jolly Jumper. El vaquero más rápido que su sombra es aquí más grave, menos irónico. Aunque hay notas de humor, el relato mantiene la tensión de un western, mostrando paso a paso cómo se va mascando la tragedia.
He disfrutado mucho el ritmo y el tono de esta aventura. He vuelto a gozar del auténtico "falso Oeste" de la gran pantalla. Si hay que poner una pega, diría que el final se siente demasiado precipitado, se quiere contar en cuatro páginas todo lo que se ha ocultado a lo largo de sesenta. Más allá de esta objeción, que no estropea la experiencia, este cómic es una lectura obligada para todos los amantes del western y de Lucky Luke: por bien dibujada, por fiel, por entretenida y por apasionante.
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