Sant Pau 37, Sabadell |
Sea como fuere, las dos veces que hemos ido nos hemos encontrado al dueño en la puerta, siendo la primera un fiasco porque era sábado y no teníamos reserva. En ambas ocasiones el hombre me ha parecido algo excéntrico, una especie de pianista enloquecido con el síndrome de Diógenes. Cuando nos hemos sentado y nos ha explicado de manera tan educada como afectada que por la noche no tenían carta sino degustación me he temido lo peor.
Por suerte, estamos aquí para equivocarnos y rectificar. Fue una cena espléndida con una trato exquisito. Más allá de la charla de presentación y la recitación de los diferentes platitos que entraban en la degustación, el dueño ha estado atento sin molestar. A mi pareja, con un par de preguntas rápidas le ha sugerido un vino blanco seco ecológico de Alella con el que ha acertado al cien por cien. Maldita sea que haya olvidado el nombre.
Como siempre, las fotos pésimas corren a mi cargo |
Ofrecen un surtido de postres artesanos espectacular. Yo comí una sopa de fresa con una bola de helado de yogur y mi pareja un pastel de chocolate relleno... ¡de profiteroles! Pudimos conversar disfrutando de la comida. El lugar, a diferencias de las fotos de su web, está repleto de cachivaches pero todos conforman una decoración bonita y llamativa. En ningún caso es recargada como la de un chino o un cuadro de Martin Handford.
Fue una velada agradable. El menú de degustación cuesta 16,90€ por persona. Los postres fueron 5,50€ cada uno. El agua es Aquabona Santolín y sale por 1,75€. El precio de la copa de vino supongo que dependerá del mismo; el blanco que pidió mi pareja fueron 3,20€. En la cuenta final salimos a 25€ por cabeza. Es un lugar acogedor muy recomendable para cenas románticas y tranquilas.
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