Leí una crítica que se refería a este libro como "una obra maestra del relato corto". Cuando fui a comprármelo en Sant Jordi, el único ejemplar que encontré entre la marabunta de compradores ansiosos estaba muy estropeado. Pese a la buena edición de Nayona, 11,50€ por un libro de noventa páginas con las tapas rotas no era un buen negocio.
Así que lo dejé pasar y, días después, en una librería de segunda mano, ¡sorpresa!, lo encontré por tres euros. Fue una alegría pero, también, una mala señal. ¿Si realmente se trataba de una obra maestra de publicación tan reciente (apenas seis meses), por qué se habían desembarazado de él? ¿Dónde estaba la trampa?
El nadador en el mar secreto es un libro del ecléctico escritor estaounidense William Kotzwinkle, guionista de televisión y autor de libros infantiles y de ciencia-ficción. Fue publicado en 1975 pero fue en 2012 cuando el público empezó a demandarlo. ¿Por qué? Por lo visto, Ian McEwan lo había elogiado en su novela Operación dulce (Sweet Tooth), estrenada ese mismo año.
El relato va directo al corazón de cualquiera. Describe un parto desde el punto de vista del marido y es el reflejo de la experiencia de Kotzwinkle con su primer hijo. Usa un lenguaje poético pero la sintaxis es clara y concisa. No es complicado de leer y se devora de una sentada. Tras acabármelo, reconozco que no entiendo por qué es considerado una pieza maestra.
No he apreciado recursos literarios que me llamen la atención, ni un lenguaje en apariencia elaborado en exceso, ni un ritmo en la narración que me fascine. Puede que el crítico que escribió aquella reseña pasara por una situación similar o puede que yo no le llegue a la suela de los zapatos. Desde mi punto de vista, es un buen relato breve pero nada más.
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