Tras llevar el último año escribiendo tantas reseñas, me creo que he escrito sobre todo lo que he leído. Y está claro que no. De Junot Días había leído La maravillosa vida breve de Óscar Wao, una novela sobre un friki dominicano residente en Estados Unidos que tiene un comienzo brutal. Luego, se pierde en parte la magia del inicio pero me dejó un muy buen sabor de boca por el lenguaje trepidante que emplea.
Abrí después Los boys (Drown, en inglés), ópera prima del autor, en una cadena de librerías de Barcelona y el alma se me cayó rodando a los pies. Estaba frente a un español neutro. ¿Qué había pasado? En realidad, qué NO había pasado. Quien no había pasado era Achy Obejas. Y es que Junot Díaz escribe en inglés. Inmigró de adolescente con sus padres a Estados Unidos y en 2008 recibió el Pullitzer de ficción gracias a la novela de Óscar Wao.
Así es como la pierdes (2012) es una antología de relatos, como Los boys (1996), que giran entorno a fracasos amorosos, relaciones latinas tempestuosas y violentas con incontables folleteos, deslices y cornamentas donde los hombres difícilmente pueden mantener la bragueta subida. Confieso que esa actitud me harta, esa manía de decir amor cuando es capricho, encoñamiento o calentón, pero soy adicto al estilo con el que están narradas las historias.
La mayoría de cuentos tienen el mismo protagonista y juntos conforman un relato biográfico mayor del personaje. Otros están narrados desde el punto de vista de una mujer, o están escritos en segunda persona, pero todos suman en un interesante fresco humano de seres desraizados, personas que transitan sin cesar por un pasillo entre océanos culturales. Puede sonar muy especial pero todos lo hacemos aunque seamos inconscientes de la ausencia de unidad.
Achy Obejas es una escritora y traductora cubanoestadounidense, también inmigrada de niña, a quien encargaron trasladar Óscar Wao y Así es como la pierdes al español, nada fácil si contamos que la escritura de Díaz busca mostrar las difusas fronteras de la identidad nacional a través del idioma. Es equiparable al ejemplo tan citado de los chicanos o, por barrer para casa, al de los charnegos, que en Cataluña son andaluces y en Andalucía son catalanes, y al final parecen no ser de lado alguno.
Achy Obejas preserva con maestría el ritmo, la oralidad y el mestizaje lingüístico de Díaz. Copio aqui dos fragmentos, cada uno en inglés y en español, para mostrar lo que, por un lado, se pierde y, por el otro, añade ella para equilibrar la balanza y conseguir mantener el mismo resultado. Añado dos más de Los boys, donde considero que la sensación transmitida cambia, para resaltar la dificultad.
Comienzo de Óscar Wao:
Our hero was not one of those Dominican cats everybody's always going on about –he wasn't no home-run hitter or a fly bachatero, not a playboy with a million hots on his jock. And except for one period early in his life, dude never had much luck with the females (how very un-Dominican of him).
Nuestro héroes no era uno de esos dominicanos de quienes todo el mundo anda hablando, no era ningún jonronero ni fly bachatero, ni un playboy con un millón de conquistas. Y salvo en una época temprana de su vida, nunca tuvo mucha suerte con las jevas (qué poco dominicano de su parte).Fragmento de El sol, la luna, las estrellas (Así es como la pierdes):
Sure, staying locked up at my abuelo's house bored Magda to tears, she even said so–I'm bored, Yunior–but I'd warned her about the obligatory Visit with Abuelo. I thought she wouldn't mind; she's normally mad cool with the viejitos. But she didn't say mucho to him. Just fidgeted in the heat and drank fifteen bottles of water. Point is, we were out of the capital and on a guagua to the interior before the second day had even begun. The landscapes were superfly–even though there was a drought on and the whole campo, even the houses, was covered in that red dust.
Sí, claro, el tiempo encerrados en casa de mi abuelo requeteaburrió a Magda. Hasta me dijo: Estoy aburridísima, Yunior. Pero ya le había advertido sobre la visita obligatorio a mi abuelo. Pensé que no se molestaría; por lo general, ella se lleva muy bien con los viejitos. Pero casi ni le habló. Estaba incómoda por el calor y se tomó como quince botellas de agua. La vaina es que antes de que amaneciera el segundo día ya habíamos salido de la capital en una guagua rumbo al interior del país. Los paisajes se veían superfly, a pesar de que había una sequía y el campo entero, incluyendo las casas, estaba cubierto de polvo rojizo.Fragmentos de Ysrael (Los boys):
We were on our way to the colmado for an errand, a beer for my tío, when Rafa stood still and titles his head, as if listening to a message I couldn't hear, something beamed in from afar.
Íbamos camino del colmado por encargo de mi tío, que nos había mandado a comprar cerveza, cuando de repente Rafa se quedó muy quieto y agachó la cabeza, como escuchando un mensaje que yo no alcanzaba a oír, algo que le llegaba de muy lejos.
Back home in the Capital, Rafa had his own friends, a bunch of tígueres who liked to knock down our neighbors and who scrawled chocha and toto on walls and curbs. Back in the Capital he rarely said anything to me except Shut up, pendejo.
De vuelta a la capital, Rafa tenía sus amigos, una pandilla de tígueres que se divertían tirando por tierra a nuestros vecinos y escribiendo «chocha» y «toto» por las paredes y en el pavimento. Cuando volvía a la capital era raro que se dirigiera a mí, excepto para decirme: Cállate, pendejo.En la traducción de Miguel Martínez-Lage1, incluso donde hay términos típicos del español dominicano, las palabras suenan ajenas a la voz narrativa2. En cambio, el español moldeado por Obejas suena rico, vibrante, ágil. Casi puedes ver al tipo, sentado en una silla de un bar con la camisa abierta, contándote su historia frente a unos vasos de cerveza. Es un ritmo que impele a seguir leyendo y que no necesariamente tiene por qué estar narrando una situación frenética.
Junot Díaz ha recibido críticas por jugar abusivamente con ambas lenguas, creando una amalgama incromprensible de contenido cuestionable, por vago o nulo, que acaba recubriendo con un engañosa pátina intelectualoide. Creo, por mi parte, que pone de manifiesto a una parte de la población estaounidense que restaba oculta, la aleja del cliché y la hace más humana sin ocultar sus defectos ni contradicciones. No es el único, desde luego, pero no lo considero vacuo.
Sobre el estilo, poco puedo decir porque me encanta. Irónicamente, llego a él a través de una traducción que le da la vuelta, lo invierte. A esa duplicidad lingüística y cultural que lo empapan al autor y sus personajes, se suma el trabajo de Achy Obejas. Y a todo ello, mi propia percepción como hablante de una realidad y un dialecto ajeno al utilizado en los libros. La fuente se dispersa y difumina de tal forma que uno se pregunta si realmente ha leído a Junot Díaz o qué.
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1 No es mi intención denostar la labor del traductor de Los boys, más cuando no he leído el libro y menos cuando me entero que es Miguel Martínez-Lage, ganador del Premio Nacional de Traducción de 2008, fallecido en 2011. No voy a defender ahora que tenga que ser bueno su trabajo por este reconocimiento. Sólo quería apuntarlo porque me parece bastante indignante que la página de Random House Mondadori pase de incluirlo en la ficha del libro [http://www.megustaleer.com/libro/los-boys/ES98506, 24 de noviembre de 2014].
2 Puede haber aquí un problema con el receptor y que, a mis oídos, Los boys suene impostado mientras los otros dos me parezcan verosímiles y "exóticos". No sé si la traducción suena realmente dominicana o cubana o antillana, si a los dominicanos no les parecerá acaso también impostado el trabajo de Obejas.
2 comentarios
De un aficionado a comparar traducciones a otro: interesantísima entrada. Y las ganas que entran de estudiar idiomas...
Me laegro que te haya gustado. Y los idiomas, ¡cuánto antes, mejor! No dejes para mañana lo que puedas estudiar hoy. ;)
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