Si Los Tenembaums. Una familia de genios me pareció insoportable, no puedo decir lo mismo de la última película de Wes Anderson. Esta comedia de enredo es pura diversión y entretenimiento.
Sus personajes vuelven a ser tan originales como excéntricos pero aquí funcionan mejor. En los Tenembaums todo tenía ese tufo de insoportablemente "guay", esa gravedad pseudopoética mal rimada, ese esteticismo vacío tan típico del indie estadounidense.
En Budapest, la estética también lo abarca todo pero Anderson crea un mundo a imagen y semejanza de sus hiperbólicos protagonistas donde todo cuadra y donde el drama, que lastraba su primer filme (pienso, por ejemplo, en la cansina y depresiva historia de Gwyneth Paltrow), ha desaparecido.
Budapest es un carnaval donde la muerte no se ausenta pero donde tampoco se detiene la fiesta. Tiene un ritmo endiablado que no te da tregua y te hace pasar un muy buen rato sin sobrepasar las cada vez más institucionalizadas dos horas. 110 minutos en los que el espectador va a disfrutar de verdad.
2 comentarios
100% continente, 0% contenido
¿Acaso he dicho lo contrario? XD No sé ni por qué la vio. A usted la pura estética no le gusta.
Publicar un comentario