Cuándo dar la chapa a los clientes

La ferretería. Entra el cliente.

–Hola, buenas, querría dos bombillas de este tipo –las saca del bolsillo y se las enseña a la dependienta–, con la rosca igual.
–Mm, sí. ¿La quieres...?
–Luz blanca, sí –ataja el cliente. Ya se sabe las preguntas de siempre. Siempre le da la chapa con algo: que qué tipo de luz es mejor para cada habitación, que si no deben comprarse en los chinos porque no pasan los controles de calidad exigidos por la Comunidad Europea, que si deben ser de bajo consumo para no gastar tanto,...
–¿Has probado las LED?
–¿LED? –esa es nueva. Antes de que pueda contestar, la vendedora arranca.
–Las de bajo consumo dan una luz más tenue y siempre tardan más en encenderse. Las LED se encienden al instante y tienen una luz más fuerte. Están hechas con muchas bombillitas pequeñas juntas que actúan como una sola, así gastan menos y brillan más.

Habla como si estuviera con un crío en la tienda. El cliente tampoco es que entienda demasiado. Apenas articula un «Bueno, no s...» cuando ella sigue:

–La verdad es que van mucho mejor. Consumiendo menos, alumbran más. Y no tienen ese inconveniente de las de bajo consumo, que tardan un rato en brillar al máximo. Ya sabes, a veces entras en la habitación y tienes que esperarte –hace mímica, pone caras, escenifica su texto–. Las LED, no. Son al momento, y más luminosas.
–Pues...
–¿Quieres saber cuánto cuestan? Son algo más caras –ahí está el tema– pero vale la pena por todas las ventajas que tienen. Además, ahorras en la factura. Ahora todo el mundo se las lleva de este tipo.
–Ah, vaya...
–¿Te las enseño? Te sale a cuenta. ¿Pueden ser grandes o tienen que ser estrechas como las que has traído?
–Estrechas pero...
–Están muy, muy bien.
–Eh... vale, vale. Dámelas LED, entonces. A ver qué tal.
–No te arrepentirás. Las ventajas son much... ¡ah, qué pena, no me quedan! Pues te doy las de siempre.
–...

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