El odio (La haine) de Mathieu Kassovitz


El odio no es una película que resulte original ni que me gustase nada más empezar. Sus primeras escenas en blanco y negro se ven demasiado limpias, demasiado claras, cuando esperaba un tono más turbio, más granulado. En estas, la luz no parece la de una película sino la de un vídeo amateur. La fotografía podría haber sido mejor.

Lo interesante para mí de esta película sobre un judío, un árabe y un negro en una barriada del extrarradio de París es que se estrenó en 1995. Ahora que ha cobrado más relevancia o se ha convertido en una constante en el cine galo, vemos que hace veinte años ya había quienes eran conscientes del problema que suponía el hacinamiento de los inmigrantes en barrios pobres.

Jóvenes alienados, en constante desafección con la capital y sus fuerzas del orden, se convierten en carne de la violencia hacia una sociedad que ni los integra ni la sienten como propia. Se muestra en detalles y en acciones el racismo hacia ellos y la incapacidad de los chavales para asumir las formas y los roles de una sociedad blanca, pija y elitista.

No creo que sorprenda su trama a nadie pero, pese a las reticencias iniciales, la disfruté sin dejarme indiferente. Contiene una buena mezcla de drama social, momentos de tensión y guiños cómicos en unos buenos 98 minutos, de cuando el cine no se obsesionaba por llenar más de dos infernales horas con paja para justificar una entrada de casi diez euros.

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