Suerte que me entró en el pase mensual del cine porque era lo que me esperaba. En su propósito de atraer al gran público, esta película sobre el fraude económico y pequeños inversores arruinados tiene la profundidad y el cálido sabor de una piscina para bebés. Money Monster es un thriller con diálogos huecos, un desarrollo de la trama torpe y un desenlace descorazonadoramente ingenuo.
En este episodio de La gente de Bart, un joven entra en un plató de televisión pistola en mano. El programa que se está retransmitiendo es un show donde un gurú de Wall Street aconseja a los telespectadores cómo invertir en Bolsa. El asaltante ha sido víctima de las malas recomendaciones del programa y ha perdido todo su dinero. Desesperado, busca una solución.
No sé cuántas participaciones de este guión compraron George Clooney o Julia Roberts, pero no cabe duda de que Jodie Foster los ha estafado. O puede que todos sean compinches de esta tomadura de pelo. La conclusión es tan cobarde y amable con el régimen que en ningún momento se pone en duda el sistema: el problema son los corruptos, los defraudadores.
No es que la tarta esté envenenada sino que ciertas manzanas podridas están estropeando el pastel. Se podría haber esperado algún discurso o charla de peso, pero todo es propaganda sentimentaloide. La duda, entonces, es: si como panfleto crítico no sirve y como thriller tampoco (no causa suspense porque todo se anticipa a la legua), ¿pa' qué, Jodie, pa' qué?
Podéis ahorraros el verla.
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