"Toro" el dinero del mundo

Toro (2016)

Toro es otro thriller español con grandes actores y Mario Casas. Su protagonista (Casas), cuyo apodo da título a la película, es una ex matón reconvertido en taxista que cree haber dejado su pasado atrás. Sin embargo, un día aparece su hermano (Luis Tosar), quien le pedirá ayuda para enfrentarse a Rafael Romano (José Sacristán), el capo mafioso cuyas redes controlan toda Andalucía.

Pero esta Andalucía no es real. Es un negativo creado a partir de la rica imaginería religiosa de una tierra de oro y sombras. La atmósfera es el mayor éxito de la película, un cante jondo que anuncia una tragedia infranqueable. Sin embargo, su desgracia es aún más grande. El guion es el delirio dipsomaníaco de un señorito de romería que desmoralizaría a la mismísima Virgen de la Esperanza.

Tosar descoloca al espectador, alejándose de su papel de tipo duro para convirtirse en un pusilánime despreciable. Con setenta y ocho años, Sacristán consigue asustar casi tanto como la coherencia de la trama. En su esquina del ring, Casas se esfuerza por rasgar la voz cómo recién salido de un after. Tardé una semana en terminar esta película. Contraindicada para embarazadas y vivíparos.


Todo el dinero del mundo
(All the Money in the World, 2017)

¡Cómo le gustan los filtros a Ridley Scott! Unas tonalidades gris cerúleo por aquí, un poco de nieve en suspensión por allá, y voilà! consigue que las ruinas de Villa Adriana en Roma se conviertan en 'El Otro Lado' de Stranger Things. ¿Sentido? Al parecer, ninguno más allá del estético, si acaso puede haber belleza en una película editada con Windows Movie Maker.

Es complicado sumergirse en la historia cuando todo se ve tan denunciablemente falso. El secuestro del nieto del hombre más rics del planeta, Jean Paul Getty, conmocionó al mundo cuando éste se negó a pagar su rescate. ¡Oh!, se asustó la gente. ¿El capitalismo defiende la desregularización del mercado, pero no da un duro por las personas? ¿Quién lo hubiera dicho después de 1929?

Michelle Williams, como madre, no lo hace mal, pero Mark Wahlberg tiene todo el rato cara de no saber por qué todavía no ha explotado nada. Christopher Plummer resulta gris, tal vez a causa de rodar demasiados fotogramas sobre un croma verde para obliterar al defenestrado Kevin Spacey. ¿Esta decisión mandó al traste el CGI? Ni idea, pero el resultado es un muermo demasiado artificial.

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