La probé por primera vez en París y no me gustó nada porque primero sabía a Coca-Cola y, luego, mientras tragaba, me golpeaba con un fuerte regusto a vainilla. Apreciaba los dos sabores pero de manera muy diferenciada.
He vuelto a probarla recientemente (lata made in USA) y me ha gustado. No sé si soy yo o el producto, pero ambos aromas casan ahora a la perfección, se paladean a la vez. Es como la Coca-Cola Cherry que han sacado en promoción este verano en España: es el sabor original con un toque extra (muy diferente del aroma edulcoradísimo del producto estadounidense).
El año pasado bebí por primera vez (y posiblemente última) una Coca-Cola con una bola de helado de vainilla dentro. Era como cuando bebes Coca-Cola después de algo mucho más dulce. Sabía a rayos y su apariencia tampoco la hacía mucho más apetecible. El resultado es el mismo que mezclar Baileys con cola: una espuma densa de color café con leche. No te mata pero puede provocarte dolor de tripa.
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