Cerrando mi exquisita selección del Festival de Sitges, tras Space Pirate Captain Harlock y L'étrange couleur des larmes de ton corps (¡ojo conmigo, Boyero!), saltando de olorosa flor en olorosa flor cual mosca, llego a Machete Kills.
El fantástico tráiler en Grindhouse nos hizo soñar con una película maravillosa, divertidísima, pero nos ofreció un bodrio considerable. La segunda mitad de Machete era imposible, de ronquido largo y profundo. Su secuela, Machete Kills, aunque también desfallece pasado el ecuador, es mucho mejor.
Cabe decir que no es lo mismo ver este tipo de pelis en el multisalas de un centro comercial que en un festival lleno de freaks dispuestos a aplaudir, vitorear y romper a carcajada limpia con cada guiño y cada broma del director. Debo confesar que lo pasé en grande.
Ya no hay límite en esta estúpida locura de guión, ya no hay límite en el número de chorradas. Pese a la saturación de tonterías, aún hacia el final consigue regalar auténticas risotadas y sorpresas. ¡Y Rodriguez tiene los santos redaños de sugerir una tercera entrega! Tal vez eso ya sea demasiado.
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