Somos los Miller


El cartel ya apunta que se trata de otra comedia estadounidense de humor grueso. Hay numerosas bromas sexuales grotescas, menciones a genitales, lenguaje malsonante y soft porn. Sin embargo, tal vez el hecho de que tenga una mínima moralina y un argumento clásico la hacen menos indigesta. Mal que me pese, me reí.

Lo más preocupante es que a la en su día sucesora de Meg Ryan se le empiezan a notar los años (45) y, sin reparos, le dan un papel de stripper. Deja de ser la chica mona de las comedias románticas para meterse en un personaje de este tipo. Que la doblen con una voz que parece tener nuez, tampoco ayuda. Esperemos que no se acabe poniendo pico de pato como su predecesora..

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