Sant Joan 41, Sabadell |
Ya hace tiempo que fui a este restaurante a probar la carne de canguro que aparecía en su carta. Fue un chasco porque, casualidades, no tenían. O, mejor dicho, al principio el camarero pensaba que sí tenían pero luego no les quedaba producto. De lo contrario, nos hubiéramos ido.
Nos recomendó la carne de Nebraska y yo, que esa noche tenía hambre, pregunté por el acompañamiento, si tenía patatas. El tipo se hizo el remolón para, finalmente, soltarme la frase "es que el plato es más sobre la carne". No dudo que debí parecerle un paleto pero aquella noche el estómago me pedía marcha.
Viendo que el plato era "más sobre la carne", pedimos un par de entrantos de aquella carta no barata. En un arrojo de originalidad, la carta estaba enmarcada. O sea, como un cuadro o una foto de esas que tienen las abuelas colgadas en el salón con toda la familia. Y pesaba, y era incómoda.
Los entrantes fueron una pena. Una croquetas que pedimos, vinieron en un plato que tenía cuatro cuenquitos: en cada uno, una croqueta diminuta. Bueno, el tema es que quedamos bastante insatisfechos y esperábamos el maravilloso plato made in USA.
Era un puto chuletón en salsa sobre coles de Bruselas. No sé si la carne era realmente maravillosa, pues no percibí nada especial. Si es tan buena, pasa de salsas y, sobre todo, cómete tú las malditas e insípidas verduritas al vapor. Y si quieres poner verduras, que tengan sabor y vayan acorde con el plato.
Salí mal porque dejé el local con hambre y con mucha menos pasta. Me sentó aún peor que el camarero me hubiera tratado como un paleto cuando mi única duda era saber si el acompañamiento era consistente, fueran setas o un nido de manzana confitada. Pero no. Eran putas coles de Bruselas.
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