Muy cacareado e incluso bautizado como "thriller psicológico", me ha parecido un documental bastante normalito. En la línea de The cove y su denuncia de la captura y matanza de delfines, Blackfish hace lo propio con las orcas.
Con esto no quiero decir que sea malo pero, desgraciadamente, tiene un enfoque descaradamente sentimental. Aparecen más testimonios lacrimógenos que estudios científicos que, sin ser obviados, permanecen en un segundo plano.
El reportaje se centra en los ataques de los cetáceos a sus entrenadores. Aporta testimonios y razones de peso por las que no deberían estar encerrados, tanto por la seguridad de los cuidadores como la de los propios animales.
Varios estudios ya han demostrado la inteligencia superior de estos mamíferos y el estrés que sufren al estar confinados en pequeños tanques. Digo "pequeños" porque, en libertad, llegan a nadar una media de 170 kilómetros diarios, recorrido que convierte en insuficiente cualquier piscina posible.
Su vida se acorta. Pasan de una media de 50-60 años para los machos y casi un centenar para las hembras a apenas unos 25-30 en cautividad. Asimismo, la aleta dorsal de los machos suele estar curvada en los acuarios en un 65% frente al 1% de los ejemplares libres.
Por muy bien que sean tratadas, las orcas no pueden vivir en buenas condiciones si no es campando a sus anchas por los océanos. En España ocurrió un caso muy grave que no recuerdo que tuviera mucha repercusión en la prensa patria.
En diciembre de 2009, Alexis Martínez, entrenador del parque temático Loro Parque en Tenerife, fue asesinado por Keto, descendiente de Tilikum, una orca que ha matado ya a la cuidadora Dawn Brancheau en Seaworld y a Keltie Byrne en Sealand, además de causar varios incidentes.
Hay información suficiente en las autopsias para afirmar que no fueron accidentes sino ataques. Hubo repetidos golpes y ahogamientos. Es sorprendente que, pese al comportamiento violento de dichos especímenes, sigan recogiendo su semen para generar más descencia.
Decididamente, más ciego que quien no puede ver es aquel que no quiere ver. Enlazo aquí un par de noticias que dejan manifiesta la ridícula incompetencia de los directores de dichas instalaciones, que han intentado negar o tergiversar los sucesos.
– La orca «Keto» sí atacó y causó la muerte de Alexis, el adiestrador del Loro Parque
– Un vecino de Loro Parque cuelga pancartas en la fachada de su vivienda quejándose de los ruidos y los malos olores. Al zoológico no se le ocurrre otra cosa que denunciarlo por vulneración de su derecho al honor y acaba teniendo que pagar 8.800 euros al hombre como compensación
– Confunden a un trabajador de Loro Parque con un gorila y casi le dejan seco de un disparo
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