Saber y ganar

–¡Hijo!
–Hola, papá.
–¿Qué es esa cara tan larga? ¿No te fue bien?
–No pude acertar ninguna.
–¿Ninguna? Pero si en casa las contestas todas.
–Ya, pero allí es diferente.
–Claro, las cámaras, los nervios,...
–No, es que allí no me dejaron usar el móvil.
–¡¿Cómo?! ¿Pero qué clase de atraso tecnológico es ése? ¿Tan atrasada está Televisión Española para que prohíban lo que está a la orden del día? ¡Si hasta el Rey tiene Twitter!
–Pues nada. Sólo podíamos leer las respuestas en unas cartulinas que nos repartieron.
–¿Me estás diciendo que te dieron las respuestas?
–Sí, por lo visto  es el procedimiento estándar de la cadena.
–¿Y no acertaste ninguna teniéndolas apuntadas?
–¡Es que estaban todas en alemán!
–¡Dios mío! Si es que vas a tener que irte, ¿qué otro remedio os queda a los jóvenes? Si te marchas a Alemania, allí con suerte las respuestas estarán en inglés.
–Olvídalo, papá. Un amigo mío ya fue y me dijo que allí todo está en ruso.
–¡Vergüenza! Si no fuera por la pensión del abuelo, me lanzaba a la calle a pegar tiros.
–Lo sé, papá, lo sé. Venga, vamos para el hostal que como se haga mucho más tarde la dueña nos cierra.
–¡Maldita china y su toque de queda!

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