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No lo llames guerra, llámalo oportunidad

En mayo de este año, dos meses después del comienzo de la invasión rusa en Ucrania, este anuncio me llegó al buzón del correo electrónico. No dejan que se les escape ni una, ¿eh?


Cita con el discurso victimista

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Todos nos consideramos al mismo tiempo supervivientes y víctimas, o víctimas potenciales [...]. La herida más profunda causada por la victimización es precisamente esta: que acabamos afrontando la vida no como sujetos éticos activos, sino solo como víctimas pasivas, y la protesta política degenera entonces en un lloriqueo de autoconmiseración.

*

El objetivo polémico no lo constituyen aquí, como es obvio, las víctimas reales, sino más bien la transformación del imaginario de la víctima en un instrumentum regni y en el estigma de impotencia e irresponsabilidad que este deja en los dominados.

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[El discurso del patrón] se centra en la dialéctica entre prohibir y resituar las energías almacenadas con la represión (...): abstente, ahorra, acumula, reinvierte, privilegia el futuro sobre el presente, ofrece a tu deseo el recorrido más largo posible. En el discurso del capitalista, en cambio, la instancia prohibitiva se anula para ventaja de un super-yo no menos exigente, que por su parte apremia de este modo: consume, dilapida, goza, pues te espera la felicidad aquí y ahora. (...) El mundo está para que goces de él; no te sometas a la ley del otro; cree en tu imaginario como en la cosa más verdadera y justa que pueda haber. Tienes derecho a ello, y, si se te niega, eres una víctima.

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A la pregunta "¿qué hacer?", que ha dominado la política moderna, ha sucedido un quejumbroso "¿quién soy?". Y en este sentido la respuesta de "soy una víctima" no es tan equivocada.

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La revolución es el otro nombre de la modernidad: sujeto, responsabilidad, capacidad de tomar decisiones también trágicas; los otros, pensados no solo como amenaza o límite, sino también como multiplicador de potencia, creatividad, imaginación, disfrute. Y, si la palabra posmoderno tiene algún sentido, es en la inversión espectacular de esos términos: identidad, pasividad, desresponsabilización, los otros como rivales, competidores, motivo de resentimiento. Por una parte, la idea de felicidad como algo constitutivamente público, común, no divisible, sino condivisible/compartible; por la otra, la felicidad privada propia del peligro superado, de la tajada más grande, de la envidia proyectada sobre los demás. Por una parte, la crítica y, por la otra, el consenso.

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La mitología de la víctima es la reacción a una praxis sentida constitutivamente como culpa. (...) El concepto de culpa se ha secularizado y convertido, precisamente, en el concepto de deuda.

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Endeudado y culpable ("no hemos obligado a nadie a que compre nuestros productos", se justificaba un banquero en los inicios de la crisis hipotecaria), no asombra que nuestro tiempo anhele un escape, por no decir esa salvación que la praxis, la política, es cada vez más impotente o incapaz ni siquiera de prometer. Perseguida por la realidad, la inocencia se refugia en el imaginario, y es ahí donde encuentra a la víctima (...) Una víctima no tiene deudas, solo tiene créditos.

Crítica a la víctima (2017) de Daniel Giglioli

Alquilerismos: un poquito caro, tal vez


 En 2018, encontré en una app de alquileres este piso de 25 metros cuadrados y una sola habitación por 620€. Lo más infartante es, quiero creer, el error debajo del precio del alquiler de "ha bajado 5580€". 

Estaba a 6200€ y los propietarios pensaron: "Bueno, tal vez un millón de pelas al mes por una habitación es un poco excesivo. Dejémoslo en el 10%. Seguro que por 620€ la gente se tira de cabeza. ¿Quién no va a querer pagar por vivir en ua caja de zapatos en pleno centro de Sabadell?". 

Hay que contar que el salario mínimo en España entonces era de 858€. Despuésde pagar la mensualidad, le quedaban al arrendatario 238€ para gastos de agua, luz, gas, comida y vete tú a saber qué otras locuras más en su vida de despilfarro sin freno. Bochornoso y humillante.


Alquilerismos: el lado más subido de tono del sector inmobiliario


Metafóricamente, el precio de los alquileres nos está follando vivos, pero lo que encontré en 2018 mientras buscaba piso no tiene nombre. Entre los diferentes anuncios de viviendas en alquiler de la aplicación de un famoso portal, apareció uno que contenía única y exclusivamente fotografías de una mujer en distintas poses. Evidentemente, sus servicios se pagan por noche y no por mes.

 

Pero más desconcertante si cabe es esta otra imagen. Es la foto del perfil de Whatsapp de un agente inmobiliario que nos enseñó un piso destartalado. ¿Quién en su sano juicio pone una foto así con cara de pervertido? Es más, ¿quién se la pone en el teléfono de trabajo, un número que compartes con los clientes? Quién sabe si acaso también era el "representante" de la chica anterior. De locos, de locos.

Alquilerismos: anuncio versus realidad

El impresionante balcón y las vistas que te anuncian:



La realidad:


Kaidā, los pictogramas de las islas Yaeyama

En nuestro segundo viaje a Japón visitamos la prefectura de Okinawa. La jurisdicción comprende dos terceras partes del archipiélago Ryūkyū situado entre Kyūshū y Taiwán, y es la zona más meridional del país. En la isla de Taketomi, famosa por su playa de hoshisuna, o arena de estrellas, encontré en la tienda de souvenirs del puerto una camiseta con unos símbolos curiosos.

La compré pensando que se trataba de frases en algún idioma ryukyuense, una familia de lenguas que el gobierno japonés se ha encargado de relegar al olvido en un proceso de unificación y homogeneización nacional. Sin embargo, el supuesto texto no pertenece a ninguna lengua. Se trata, en realidad, de pictogramas, representaciones no verbales de animales y cosas.

Lista de logogramas Kaida de oveja, calabaza, colza, vaca, huevo, toro, pescado, arroz, jarra y trigo
Original 

Lista de logogramas Kaida de carpa, leña, potro, pollo, habas, yegua, mijo, bambú, canoa y barco
Original

Después de la invasión de Ryūkyū por las fuerzas japonesas en 1609, el antiguo reino se convirtió en un estado vasallo del han (dominio feudal) de Satsuma. Dado que la escolarización no se implantó en la región hasta época Meiji (1868-1912), se utilizaron estos símbolos, llamados kaidā, para el registro escrito del impuesto de capitación que los isleños ahora estaban obligados a pagar.

La etimología más aceptada del término está asociada a la palabra japonesa kariya (仮屋), que era el nombre que recibían la casas consistoriales donde se recaudaba el tributo. En lengua yonaguni, la erre intervocálica tiende a desaparecer, mientras que el sonido /j/ es sustituido por /d/. Así, kariya pasaría, primero, a kaiya y, finalmente, a kaidā.

Mapa con la ubicación de las islas Yaeyama al este de Taiwán y al suroeste de Japón
El punto rojo indica la ubicación de las islas Yaeyama

Mapa en mayor detalle de las islas Yaeyama
Islas Yaeyama. En rojo, las islas de Yonaguni y Taketomi

Aunque la palabra kaidā proviene del idioma de la isla de Yonaguni, existen evidencias de dichos pictogramas en todo el conjunto insular de las Yaeyama, especialmente en Taketomi. Dado que su uso se extendió a las transacciones comerciales o el envío de paquetes, se mantuvieron vigentes más allá de la abolición del impuesto de capitación en 1903.

Se han llegado a encontrar kaidā escritos en documentos de la era Showa (1926-1989). Sin embargo, desde que Japón endureciera su política de homogeneización cultural en la década de 1930, los pictogramas han quedado recluidos en las tiendas de recuerdos para turistas, donde se venden como pintorescas decoraciones artísticas.

Yo, haciendo el guiri con la camiseta de kaidā estampados

Detalle de la camiseta. A la izquierda, la parte delantera,
donde se puede leer 竹富島 (isla de Taketomi). A la derecha,
la parte trasera, donde se lee カイダー字 (símbolos kaidā)


Lo llaman paz

Ubi solitudinem faciunt, pacem appellant.
Al lugar donde hacen un desierto lo llaman paz.
Tácito, Vida de Agrícola, 30, 7


Filosofía empresarial


Tiene tela el tema del coaching y la programación neurolingüística, que llenan de palabros las jerga del nuevo entorno laboral, donde todo resplandece. Me ha parecido de traca un e-mail, del cual os copio dos fragmentos parciales aquí debajo y al final de la entrada.


O sea, como dijo un "filósofo griego", y entre paréntesis: Diógenes. Suena a tipo al que se le da bien pensar, gente culta. Diógenes de Sínope, famoso por vivir en un barril y despreciar a todo quisqui, especialmente a Alejandro Magno. De anécdotas suyas hay a porrillo, aquí un par:

  • Cuando Diógenes fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, contestó: “mandar, comprueba si alguien quiere comprar un amo”.
  • Cuando le invitaron a la lujosa mansión le advirtieron de no escupir en el suelo, acto seguido le escupió al dueño, diciendo que no había encontrado otro sitio más sucio.

Además de la afirmación del correo de la compañía, hay otras tantas cuya autoría también se le han adjudicado. Y no sé si van muy en la línea que la empresa quiere transmitir...

  • “Gente mucha, personas pocas.”
  • “Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro.”
  • “Es preferible consolarse que ahorcarse.”


En el cuadro La escuela de Atenas de Rafael, tenemos en el centro de la pintura a los dos grandes pensadores griegos: Platón y Aristóteles. ¿Y quién está en su camino, tirado sobre las escaleras como un mendigo, pasando de ellos? Efectivamente, Diógenes.

Este es otro de las muchas apropiaciones que el mercado ha hecho de artistas y pensadores que apuntaban justamente en la dirección contraria, como en su día hicieron con el Ain't Got No, I Got Life de Nina Simone o el microrrelato Instrucciones para dar cuerda al reloj de Julio Cortázar.

Para que no se nos ocurra pensar en pedir parte del pastel cuando la cosa prospere, debemos tener bien claro que ganamos "como equipo" aunque los beneficios no se repartan. ¡Ni nos imaginamos cuánto se puede conseguir cuando cerramos el pico y dejamos que se apropien de nuestro trabajo! :D


Alquilerismos: terraza para contemplar

foto de terraza con mesa y dos sillas con montaña boscosa de fondo

Un piso en el centro; en realidad, un antigua casa de dos plantas dividida como África en ángulos rectos. Fachada bonita, clásica, pero con un interior que muestra el estropicio perpetrado sin pudor: sus feos cortes, sus engranajes al descubierto: en mitad del abigarrado espacio de molduras, un ascensor para alguien al que le sobran los años y el dinero.

En la planta superior, el apartamento de setecientos cincuenta euros, con una habitación diminuta cuya ventana da al hueco por el que sube el montacargas de la tercera edad.

–No hace ruido –apunta el agente inmobiliario mientras abre la ventana que apenas recorre un palmo–. No se abre del todo por seguridad –añade–, por los niños.

¿Los niños? ¿Qué matrimonio va a vivir aquí con sus hijos si apenas cabe una pesona? Hay espacio para el zulo con vistas a hierros y poleas, un dormitorio sin vía de escape, un baño equipado como un Tetris y un salón-comedor con cocina office. El resto es pasillo, todo cubierto con parquet, un maderamen de papel que se ondula como una patata Ruffles y en el que se te hunden los pies como si fueras Fraga paseando por la playa de Palomares.

La visita termina en el salón trino, amalgama moderadamente espaciosa con un enorme ventanal que sirve de marco para la terraza de ensueño de las fotografías del anuncio. Hermosa, sin paragón. ¡Y un sol! Uno podria darlo todo, la dignidad principalmente, para poder disfrutar de este enorme y agradable retazo de paraíso en mitad de una ciudad con alarmantes niveles de polución: el mundo se cae, pero yo con una sonrisa y un daikiri en el solecito.

–Y aquí la terraza –dice el comercial.
–Oh... –momento de éxtasis, fugaz y caduco–. ¿La puerta?
–No hay puerta.

Confusión.
–¿Y cómo se accede a la terraza?
–La terraza es del dueño. Pero él casi nunca está.
–Pero, pero... ¿no forma parte del apartamento?
–No, el dueño vive al lado, y se accede desde su lado. Pero él nunca está.
–¿Qué me está queriendo decir?
–Que la terraza es preciosa y muy grande. Y si os lleváis bien con el dueño... Igualmente, él nunca está.

¿Me está intentando alquilar por 750 euros la mitad de la planta superior de una casa pequeña en una calle estrecha y escondida del centro de la ciudad con un dormitorio sin ventanas, una habitación para bebé pegada al hueco de un ascensor, y un salón tres-en-uno cuya única entrada de luz da a un amplio balcón que no puedo catar a menos que me cuele de extranjis o que le chupe la polla al dueño? ¿Una terraza a la que, por cierto, puede acceder el propietario cuando le dé la gana y verme en bolingas sin previo aviso ni restricciones gracias al fantástico y enorme ventanal que da a una salón donde todo los muebles olerán a frito porque la puta cocina no tiene paredes que la separen?

Lo miro detenidamente. "Soy honesto" me ha dicho al empezar a darme el paseo por el palacio de David el Gnomo.

Sí, me lo está alquilando, y sin atisbo de vergüenza alguno.

Alquilerismos: si os interesa, tranquilos, os lo subo

Foto de la esquina de una habitación

–¿Dígame?
–Hola. Soy el chico que fue ayer el piso. Te llamaba porque queríamos reservarlo.
–¿El de 750€ al mes?
Dolor el en costado, como una puñalada. Nos costó horrores claudicar.
–Sí, ese.
–Muy bien. Ahora llamo al propietario para informarle.

Al rato, suena el teléfono y lo cojo con otro:
–¿Dígame?
–Hola. Soy el comercial. Que he hablado con el propietario y...
–¿Hay algún problema?
–Bueno, no hay ningún problema con la documentación que me pasasteis. Sólo que... no me había pasado nunca, pero... El propietario ha estado mirando el mercado y me ha dicho que considera que su piso no vale 750€ sino 800€.
Estupor:
–¿Cómo?
–Que lo sube a 800. Lo siento mucho. No sé si seguiríais interesados o...
–No, no, no... NO.

Es increíble cómo está el mercado inmobiliario: ¡alquileres por encima del salario mínimo interprofesional! Sin olvidar, además, que se da la paradoja de que debes trabajar para entrar en la lista de candidatos, pero necesitas estar en paro para poder ser el primero en ver el piso y no te lo quiten. Humillante a más no poder.

Alquilerismos: No quiero imaginar lo que se tarda por las escaleras


La situación del alquiler en Barcelona y alrededores es penosa. Pero a veces hasta te echas unas risas.

Woodlawn, el drama deportivo cristiano que desvirtúa la lucha contra el segregacionismo

Woodlawn (2015)

LA PELÍCULA

Woodlawn es una película bien rodada y, visualmente, muy atractiva. Lo que en un principio captó mi atención, sin embargo, fue su historia. A través de la narración de los inicios de la carrera del ex jugador negro de los Miami Dolphins Tony Nathan, esta biografía busca capturar las tensiones raciales todavía existentes en el sur de los Estados Unidos en la década de 1970.

Nathan empezó como running back (corredor) en el equipo de los Colonels del instituto de Woodlawn, en Birmingham, Alabama. Birmingham era conocida como Bombingham, dados los numerosos altercados provocados por la segregación racial. A este respecto, la película parece dar a entender que la solución a estos conflictos vino dada por la intervención conciliadora de un pastor.

Si se mira la historia de los Estados Unidos y de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, a nadie le extraña la relevancia de la religión en la consecución de las libertades civiles. Sin embargo, escama sobremanera la manera simplista e ingenua con que se nos presenta aquí el final del odio entre los dos bandos de esta cruenta partida de ajedrez.

Tal como se ordenan los hechos históricos, en un rápido flashback al inicio del filme, parece que 1973 fuera el momento álgido de las manifestaciones en Birmingham, cuando en realidad los sucesos más relevanes sucedieron diez años antes. No menos significativo es que el pastor que conduce esta conversión cristiana en masa sea un gordito cojo y bien blanco.

Lo peor es que las dotes de este predicador dejan mucho que desear. En ninguno de los discursos que da escuchamos algo más que frases vagas, sin ninguna entonación especial dispuesta a inflamar los corazones. Es como si yo me pusiera delante de un montón de gente y dijera sin ninguna pasión: "Tenemos que amar a Jesús", y el público al completo se volcase sobre mí entusiasmado.

No resuelta creíble, entonces, que los blancos, que hasta un minuto antes hacían gala de su desprecio, se conviertan en defensores a ultranza de la integración. Mucho menos que los negros, vilipendiados hasta el momento, no recelen de ese orador paliducho, que nadie conoce y que ha surgido de la nada. Ni las palabras ni la actuación del actor Sean Astin convencen.

La interpretación del que fuera el soso Sam en El Señor de los Anillos no es la única plana. Ahí tenemos al entrenador Tandy Gerelds (Nic Bishop), que pasa de ser un descreído a recibir el bautismo sin saberse muy bien cómo. Hasta tenemos al antagonista que se reía de la fe, el entrenador del equipo rival, alineado en un pestañeo con el bando devoto.

Son cambios que descolocan y que no pueden dejar de causar recelo, desconfianza que crece cuando se indaga un poco y apenas se encuentran datos acerca de esa gran conversión unificadora que se llevó a cabo durante el 73 y el 74 en la ciudad de Birmingham, y que tuvo su culminación en la final del campeonato estatal de Alabama más multitudinaria de la historia.


CONTEXTO HISTÓRICO PREVIO

Lo primero que hice fue googlear "Woodlawn true story", pero sólo me aparecían reseñas positivas de webs cristianas que no hablaban de los hechos en los que se basaba la historia. Luego, me di cuenta que el subtítulo de la película es "The True Story" (como si se hubieran hecho muchas películas sobre ello) y poco iba a rascar buscando por ahí.

Seguí pulsando la lupa con diferentes combinaciones hasta que encontré un artículo totalmente opuesto, más acorde con mis dudas (Mancini, 2015, listado abajo en las fuentes). Sin embargo, tampoco arrojaba información sobre lo realmente sucedido. Más bien, como yo, el autor veía difícil tragarse aquel guión que disminuía la importancia de los sucesos de 1963.

Siguiendo ese hilo, intenté informarme un poco sobre la historia de la ciudad. Woodlawn fue un asentamiento de familias ganaderas que en 1815 ocupó las tierras desposeídas a los nativos americanos con el tratado de Fuerte Jackson tras la guerra Creek. En 1910 la ciudad fue anexionada a Birmingham.

Birmingham fue fundada en 1845 y debió su crecimiento a las minas de hierro, carbón y piedra caliza, materiales necesarios para la producción de acero. Tras sufrir fuertemente la Gran Depresión del 29, la ciudad se recuperó gracias al aumento de la demanda de acero durante la Segunda Guerra Mundial y el posterior boom de la construcción.

De 1910 a 1930 dobló su número de habitantes de 132658 a 259678 (fuente). La industria había atraído a las familias afroamericanas de las áreas rurales y, en la década de los cincuenta, el 60% de la población era blanca y el 40%, negra. Cuando la ciudad empezó a virar del sector industrial hacia los servicios, la mano de obra de color empezó a ser vista como una amenaza.

No era de extrañar. Ellos cobraban menos de la mitad que los blancos por trabajar lo mismo o más. Sin embargo, el odio racial se olvidaba de que los negros no tenían acceso a profesiones como bombero, policía, o dependiente, y que su ratio de desempleo era 2,5 veces mayor. En 1960 sólo el 10% de los afroamericanos tenía derecho a voto.

Martin Luther King y Fred Shuttlesworth
8 de mayo de 1963

El Ku Kux Klan empezó a cometer atentados contra la población afroamericana y la ciudad recibió el sobrenombre de Bombingham. Había segregación racial en edificios, espacios y transportes públicos. Tras la prohibición en 1956 de la NAACP ( Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color), el reverendo afroamericano Fred Shuttlesworth plantó cara.

Creó la ACMHR (Movimiento Cristiano de Alabama por los Derechos Humanos) y promovió protestas y demandas judiciales contra las políticas segregacionistas. Tras ser encarcelado en 1962, buscó apoyo en Martin Luther King y la SCLC (Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano), cuya campaña en Albany, Georgia, no estaba teniendo éxito.

Shuttlesworth los convenció. Con la lección aprendida tras su experiencia en Albany, la SCLC decidió cambiar de estrategia y, en lugar de dirigir sus esfuerzos en la batalla política contra la discriminación, se centraron en metas concretas y asequibles, impulsando el boicot económico a los comercios del centro de la ciudad y convocando actos pacíficos de protesta.

Sus sentadas y rezos en iglesias de blancos, consiguieron crear repercusión mediática, la suficiente para que el Viernes Santo de 1963, King fuese arrestado. Ese mismo día, ocho pastores anglicanos blancos publicaron una carta abierta titulada "A Call for Unity" en la que recomendaban a los manifestantes abandonar aquellas protestas azuzadas por "forasteros" (outsiders).

En su "Letter from Birmingham Jail", King defendió con argumentos la necesidad de la desobediencia pacífica contra leyes moralmente injustas. Ocho días después, ayudado por la intervención del presidente Kennedy, salió. Pese a su arresto, seguía sin haber mucha gente dispuesta a arriesgarsepor la causa, y las protestas empezaron a perder fuerza.

James Bevel, organizador de la SCLC, propuso llevar a cabo marchas con estudiantes de las escuelas primarias y secundarias, algo que King dudó en apoyar. Sin embargo, la llamada Children's Crusade reavivió la atención de los medios. El 2 de mayo la cárcel estaba al completo. Siendo imposible más arrestos, se empezó a impedir a los manifestantes acceder al centro de la ciudad.

Foto de Bill Hudson, de la Associated Press

Las imágenes de estudiantes siendo derribados por los fuertes chorros de agua de las mangueras, o las de pacíficos manifestantes atacados por perros policía, pusieron contra las cuerdas al presidente Kennedy, que exigió una solución al conflicto. El 10 de mayo Shuttlesworth y King confirmaron a la prensa que habían llegado a un acuerdo con empresarios y políticos.

Se acordó desegregar cafeterías, aseos, fuentes y probadores en un plazo no superior a noventa días. Además, se permitiría la contratación de afroamericanos en grandes almacenes como dependientes, y aquellos en prisión serían puestos en libertad. Como respuesta, el hotel donde se hospedaba King fue bombardeado, además de la residencia de su hermano.

Se deplegaron tropas federales en la ciudad para aplacar los fuertes disturbios. El alcalde Art Hanes y el comisario Eugene Connor fueron destituidos. El 11 de junio el presidente Kennedy se dirigió a la nación para proponer una ley de derechos civiles. Sería firmada en 1964 por el presidente Lindon B. Johnson, proscribiendo cualquier tipo de discriminación por raza, sexo, religión o nacionalidad.

En septiembre del 63, las escuelas públicas de Birmingham llevaron a cabo la integración racial, mismo mes en que el Ku Kux Klan atentó con explosivos contra una iglesia bautista afroamericana matando a cuatro niñas y causando veintidós heridos. En 1965 se cerró el caso. Supuestamente, el director del FBI Edgar Hoover bloqueó la persecución de los cuatro sospechosos identificados.


CONTEXTO HISTÓRICO DE LA PELÍCULA

Birmingham fue un punto de inflexión en la marcha por los derechos civiles de los afroamericanos y tuvo su eco en otras ciudades del sur. Todo fue impulsado por reverendos y asociaciones religiosas, y conseguido gracias a la lucha y resistencia de la población afroamericana, personas que acabaron en la cárcel o asesinadas por los ataques terroristas de los supremacistas blancos.

No se entiende qué necesidad tiene la película en, si no obliterar todo esto, restarle importancia para otorgársela a un hecho que, además de ser presentado como un cuento de hadas, no parece haber tenido más que una repercusión local. Pues, de acuerdo con los testigos, sí que hubo una comunión religiosa entre los miembros del equipo de los Colonels de Woodland.

Tony Nathan explica que por aquella época sí que había tensión racial ("during that time there was a little racial tension") y confirma que en aquel momento tanto el entrenador de Woodlawn como muchos del equipo, incluido él mismo, abrazaron el cristianismo (Poupart, 2015). Sin embargo, no recuerda la famosa charla de la película debido a una contusión en la cabeza (Carlton, 2015).

Brad Hendrix, ala defensivo del equipo en 1974, corrobora que dedicaron la temporada "al Señor" y que, gracias a la fe, rindieron a su mayor nivel durante aquel año y el anterior (Carlton, 2014), los dos que abarca la película. También confirma que el entrenador Tandy Gerelds tuvo mucho que ver con la unión de los Colonels entorno a una meta común de raíces cristianas.

Indagando más, encontré que en los 60 y 70 tuvo lugar la llamada "Revolución de Jesús" que, al igual que el fenómeno hippie, tuvo sus inicios en la Costa Oeste en los Estados Unidos. Asociado al Movimiento de Jesús encontramos al evangelista cristiano Hank Erwin, ex senador republicano en Alabama en 2002 y 2006, y ex capellán de Woodlawn en 1973.

Portada de la revista Time, 21 de junio de 1971

El personaje del orador está parcialmente inspirado en él. La otra figura real que sirvió de modelo para crearlo fue Wales Goebel, evangelista en Birmingham para quien trabajaba Erwin por aquel entonces. Fue Goebel quien relató delante de los estudiantes su terrible experiencia con la bebida y cómo el alcholismo truncó su carrera en el baloncesto (Carlton, 2015).

Hank Erwin es, asimismo, el padre de Andrew y Jon Erwin, los directores de la película. Aunque ambos hermanos crecieron oyendo la historia de Woodlawn, el guión no parte de su experiencia sino del libro homónimo de Todd Gerelds, hijo del entrenador Tandy Gerelds, que defiende la misma premisa evangelizadora. Todos los promotores del proyecto estaban fuertemente implicados en él.

¿Cuál es mi conclusión? Decididamente, el Movimiento de Jesús llegó a Birmingham y oradores como Goebel y Erwin ayudaron a extender su mensaje, que caló hondo en los jugadores de los Colonels y en su entrenador. Esto proporcionó más cohesión al equipo procurándole un objetivo común por el que jugar, tal como han confirmado el testimonio de algunos de ellos.

Sin embargo, frente a lo que afirma Hank Erwin, de que ayudó a Tony Nathan a "correr con un propósito", el ex corredor de los Dolphins asegura que él no puede afirmar eso, pues "sólo hacía aquello para lo que estaba dotado" (Crenshaw, 2015). Nathan nunca niega la fuerte comunión religiosa de aquellos años, pero ciertos comentarios parecen alejarlo de otorgarle excesiva relevancia.

Desde luego, el resurgir de los Colonels con la figura de Tony Nathan a la cabeza frente a los Banks liderados por el quarterback Jeff Rutledge causaron furor y condujeron a la final del campeonato estatal de Alabama más multitudinaria que haya habido nunca. Lo que no queda claro es hasta qué punto se ha exagerado la parte relacionada con la fe.

No he encontrado constatación del hecho que todo el campo se pusiera a rezar el Padre nuestro como en la película, ni la escena en que todos el campo a oscuras enciende velas en honor a Jesús. Tampoco alcanzo a entender la necesidad de magnificar algo para reducir o desprestigiar el impacto de otros sucesos en los que la religión tuvo un papel esencial.

En realidad, el suceso tiene más que ver con el éxito del Movimiento de Jesús que con la consecución real de las libertades civiles. Podemos atestiguar cómo, durante el metraje, se deja en mal lugar movimientos similares a los Panteras Negras, asociando a sus militantes más con el problema que con la solución. Ejemplifican el mal camino, alejado de Dios y de la concordia social.

Esta gente conflictiva acabará en el filme uniéndose a la causa por el corazón de Jesús, dejando de lado su faceta combativa. Esto hace de Woodlawn no sólo un bodrio ñoño de dos horas, sino un producto sesgado políticamente. Es la visión blanca y republicana de unos Estados Unidos cimentados en la unidad familiar, la comunidad cristiana y los símbolos patrios.

El fútbol americano es el mayor exponente de ese nacionalismo. Las banderas ondean por doquier y el himno es cantado íntegramente. Tan obcecado está en su concepción del mundo que lanza un mensaje buenista tan inverosímil como negativo y contraproducente. Su mensaje pudo unir un equipo, pero no hizo que Tony Nathan pudiera ir a un instituto de blancos.

Se ha demostrado una y otra vez que la justicia no llega por métodos sencillos ni amables. Los reverendos Martin Luther King y Fred Shuttlesworth, y quienes los apoyaron, lo sabían. Muchos tuvieron que alzarse y caer para poder acabar con la discriminación racial, una lucha que, como Charlotesville nos ha recordado, sigue vigente. Y no podemos olvidarlo ni desvirtuarlo.

Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad, 1963

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Fuentes:

Clásicos del transporte público en agosto

Renfe está imposible este agosto, pues han reducido trenes. No sé, hace años, a lo mejor era normal que no hubiera ni el Tato en agosto, pero actualmente, aunque baje durante este mes, el trabajo continúa todo el año. En resumen, que los trenes van a reventar, y como ir de pie y aplastado de buena mañana sin aire acondicionado no resulta demasiado beneficioso para la salud física y mental, voy en autobús.

El problema del autobús es que me requiere despertarme antes, pues me deja en Sant Andreu Arenal. De ahí, debo coger el Cercanías para corroborar que no cabe ni una aguja, pero al menos sólo son dos paradas, lo cual se hace más llevadero. En julio no había mucha diferencia, apenas un cuarto de hora. Sin embargo, en agosto, en vez de pasar por mi parada a las 6:45, descubro que lo hace a las 6:35. El primer día lo cojo de casualidad, pero el segundo tengo que correr para no perderlo.

Tras la carrera, le pregunto al conductor:

–Disculpe, ¿el autobús no pasa a las 6:45?

El hombre parece un resto de temporada, tan encorvado que está. Tiene una cabeza con una fisonomía que hubiera hecho las delicias de cualquier frenólogo criminalista. Es como si el doctor Frankenstein se hubiera marchado de vacaciones e Igor hubiera tenido que buscar un empleo para el verano. Nada más plantearle mi duda, ya veo que no le van mucho los interrogatorios. Refunfuñando, contesta:

–Eso es todo el año, todo al año. ¡Pero ahora es agosto! Y... y... –Duda. ¿Puede que busque la respuesta adecuada? ¿Acaso la sabe? ¿O pasa por mi parada a la hora que le sale de los huevos? Por fin suelta con un aspaviento– ¡...y los horarios están ahí colgados!

Voy donde ha señalado, de espaldas, con el pulgar. Tres carteles sobre el cristal de la ventana. Dos de publicidad, uno de horarios. Este último informa de que aumentan la frecuencia, ¡buena noticia! ¡Y a partir del 20 de julio, genial! Pero, un momento, ¿"excepto agosto"? ¿Han aumentado el número de autobuses del 20 al 31 de julio, y dejan de hacerlo en agosto? ¿Y dónde coño están los horarios de este mes? Y... un momento, ¡¡si son los horarios de otra línea!!

Por suerte, me guardo la ira. Cuarenta minutos después estoy en la taquilla de Arco de Triunfo pidiendo mi billete de Devolución Exprés porque, para un recorrido de dos puñeteras estaciones, he tenido que estar más de veinte minutos en un andén atestado esperando un tren que llegaba tarde y repleto de alegres trabajadores camino de la oficina. ¡Con el transporte público de Barcelona, siempre se puede ir a peor!


Estamos trabajando para ti

Trabajando, sí, pero con mucha pachorra...
Y encima el domingo era 18 de junio...

Renalies Renfe: No hay baños para ti

Figura de caganer defecando sobre el logo de Renfe Cercanías
Fotomontaje de Berta Blasi

Me he equivocado de tren. Hacía tiempo que no me sucedía. Por suerte, no fui a parar demasiado lejos. El andén de Santa Perpètua de la Mogoda es diminuto. Sólo tiene una vía para ambos sentidos. La estación es pequeña, con un par de bancos, una oficina y dos puertas cerradas.

El tren de regreso debía llegar a las 16:52. Evidentemente, se retrasó más de un cuarto de hora. Lo que no era tan pronosticable es que hubiera un empleado de Renfe allí, pues acostumbran a brillar por su ausencia. Recortes, entendemos.

Tengo problemas de riñón, y entre el desvío por subir a la línea equivocada (la infame R3) y la demora, mi necesidad se convirtió en urgencia. Intenté esperar por miedo a perder el tren, pero no pude más. Los riñones empezaban a apuñalarme las lumbares cuando entré en la estación.

A la derecha, vi dos puertas blancas. Intenté abrirlas pero estaban cerradas. Me giré y vi a la empleada de Renfe con su chaleco naranja. Le pregunté por los lavabos. No recuerdo si me contestó que no había, o hizo algún gesto negando con la cabeza. Estaba algo aturdido.

lancé la mirada hacia la puerta abierta del despacho detrás de ella. Debió de leer mi rostro. Me dijo que aquello era un despacho. Me agaché para sentarme, resignado, pero volví a sufrir una punzada en los riñones, aún más fuerte. Decidí perder el tren. Iría al baño de algún bar cercano.

Solté una súplica lastimera: "Es que tengo problemas de riñón...". Estaba a punto de continuar con un "¿No sabrían de algún bar que...?" cuando uno de los pasajeros sentados en el banco me interrumpió: "Mira, sí que hay servicios, pero no te los quieres ofrecer". Seco, tajante, sincero.

Empezó, entonces, a criticar las instalaciones de la Renfe con una voz grave y airada. La empleada salió del despacho con unas llaves y quiso callarlo bruscamente: "No hable tanto que ya iba a abrirle la puerta". Se pusieron a gritar. Yo tenía la cabeza embotada. Sólo quería ir al baño.

Me abrió la puerta mientras seguía discutiendo con el hombre. Entré y me puse a mear. A medida que la congestión de mis riñones disminuía cañería abajo, las voces subían de volumen, y se agriaba todavía más el tono.

Su sumó otra voz, más mayor, para acusar al otro pasajero de ser un pesado. Lo hizo con una vehemencia exagerada. El otro, sin despeinarse, lo llamó maleducado. El viejo se encabrito y cayó en un bucle de telenovela desbordado de drama: "¡Es usted un pesado, pesado, PESADO!".

Cuando acabé de lavarme las manos, salí. La bronca había finalizado pero la sala de espera estaba inundada por una calma tensa e incómoda. Hubiera querido romper una lanza a favor del pasajero que me defendió, pero me encontraba mal, terriblemente cansado. Me puse el ignominioso disfraz de padefo y salí de la diminuta estación.

De vuelta en casa, ya mejor, he escrito una queja en la web de Gencat para que, como dice mi pareja, se limpien el culo con ella. Es lo que suelen hacer con todas las reclamaciones que ella les manda por culpa de los infinitos retrasos.

Me sabe fatal no haberle dado las gracias al hombre que ha recriminado a la empleada que no me dejaran utilizar el servicio. Tampoco voy a pensar mal de ella. Que me haya dejado entrar por las palabras de ese hombre o por que lo creyera conveniente me resulta irrelevante.

Los auténticos culpables son Renfe-Adif, la Generalitat y el Gobierno. Ni antes se preocuparon por las instalaciones de las estaciones, ni ahora que traspasaron las competencias están los nuevos mejorando aquello que tanto criticaban.

En Santa Perpètua no hay aseos públicos, como tampoco los hay en Plaça de Catalunya, centro neurálgico de la red de Rodalies de Barcelona. Descaradamente, Renfe nos está diciendo a todos que nos vayamos a cagar a la vía. Y, a lo mejor, es lo que tendríamos que empezar a hacer.

Renfismos de Rodalies de Barcelona

"Por atropellamiento". Esta es una de las causas más tristes por las que la red ferroviaria de cercanías puede verse interrumpida. Ayer el tren St.V.Calders (13:25) - Manresa (16:14) quedó detenido entre Molins de Rei y Sant Feliu de Llobregat tras el atropello de una persona. No obstante, esto no quita que el sistema de información de Renfe sea un despropósito, por no decir una soberana mierda.


Hospitalet de Llobregat, 30/01/2017, 15:30. Llego a la estación. Está bastante concurrida. Parece que hay retrasos. Todavía no sé la razón. Llega mi tren de la línea R-4. Baja gente y, aunque sigue lleno, consigo sentarme. Las puertas no se cierran y sospecho lo que sucederá. Efectivamente, a través de los altavoces del vagón nos avisan:

«Estimados clientes, les informamos que este tren finaliza su recorrido en esta estación, así que...» Aquí parece que el maquinista no sabe cómo continuar el discurso educado y cambia totalmente de registro para berrear un «...¡desalojar el tren, hala!». Me deja alucinado. Con dos cojones, como si él fuera el único fastidiado... o como si fuera normal tratar así a los clientes.

La gente del vagón, que lleva más tiempo fastidiada que yo, sale indignada al andén. Yo estoy más tranquilo y me siento en un banco mientras el resto de pasajeros se dirigen hacia los empleados para exigirles explicaciones. Al rato, a través de una megafonía bastante cascada situada, imagino, en el fondo de algún pozo, me entero de lo sucedido.

Un rato después, anuncian el próximo tren de mi línea. «...R-4 por vía 4». Del principio no entiendo nada porque justamente está saliendo un tren de la estación cuando lo dicen. El andén 4 queda al otro lado de las vías y acaba de llegar un tren. Alguien pregunta a un encargado de información por el R-4, y le contesta:

–¿El tren de la R-4? Todavía no lo han anunciado, ¿no?

Bajo las escaleras del paso subterráneo tras el resto de pasajeros estresados. Antes de subir al vagón dudo y pregunto para asegurarme. Y no es mi línea. Va en dirección contraria. ¿Habré entendido mal? Otros dos hombres han tenido el mismo problema. Esperamos un minuto y vuelven a avisar del tren por la vía 1... justo de donde venimos.

Desandamos el camino, seguimos esperando y... «...R-4 por vía 12». Ahora sí que los de información nos indican la misma línea: «...dirección Manresa, por la vía 12. Es el segundo tren, al final del andén». Una mujer les pregunta:

–¿Para en todas las estaciones?
–Sí.
–¿Seguro que para en todas las estaciones? –insiste.
–Sí, sí, en todas.

Mientras caminamos hacia el larguísimo andén, escucho detrás:

–...pero ve a mirar. Como no sea, se van a enfadar...

Obviamente, ninguno se mueve. No sé si hay algún empleado de Renfe que espere algo en la vida más allá de los propios trenes de su compañía.

Al final de esa pasarela de cemento por momentos inacabable, hay un tren bastante corto pero donde subimos todos sin problemas ni estrecheces. Nadie queda de pie (aquí, pero luego en las siguientes nadie podrá sentarse). Nada más sentarnos, el cartelito informativo del vagón: «Este tren no para en: Torre Baró, Moncada Bifurcació, Moncada i Reixac - Sta Maria, Cerdanyola del Vallès, Barberà del Vallès, Sabadell Sud,...

O sea, de todas las estaciones pasamos a que se salta seis del tirón. Es para mear y no echar gota, o para cagar y hacerlo sobre todos sus muertos. A mí no me supone inconveniente porque mi parada viene después, pero mucha gente con un cabreo totalmente justificable sale del vagón de vuelta a donde están los desinformadores.

El vagón se llena y se llena hasta la parada de Sant Andreu Arenal (Barcelona), antes de Torre Baró, donde avisan por voz (¡ahora!) que se van a saltar todas las paradas que aparecían en el cartel luminoso. Nuevamente, pasajeros enfadados saliendo. Vamos, acojonante. Cada vez se superan más y más. La incompetencia de esta empresa no tiene fronteras.


Más bilis derramada en las siguientes entradas:

School, poema de Kate Tempest

Poema escogido por Hatsue
Traducción propia


School

We wander into school, happy children;
kind and bright and interested in things.
We don't yet know the horrors of the building.
The hatred it will teach. The boredom will bring.

Soon we'll learn to disappear in public.
We'll learn that getting by is good enough.
We'll learn the way it feels to see injustice,
and shut our mouth in case it comes for us.

We'll learn to never think but copy blindly.
To ally with the mean and keep them near.
We'll learn no to be talented or clever,
and the most important lessons
for success in a career:

How to follow orders when you're bordering
on nausea and you're bored and
insecure and dwarfed by fear.



Escuela

Entramos en la escuela como niños felices:
inocentes y alegres y apasionados por todo.
No conocemos todavía los horrores del edificio.
El odio que nos enseñará. El aburrimiento que traerá.

Pronto aprenderemos a desaparecer en público.
Aprenderemos a conformarnos con salir adelante.
Aprenderemos lo que se siente al contemplar la injusticia,
y a cerrar el pico para que no vengan tras nosotros.

Aprenderemos a no pensar, a copiar ciegamente.
A aliarnos con los mezquinos y a mantenerlos cerca.
Aprenderemos a no ser talentosos ni ingeniosos,
así como las lecciones más importantes
para triunfar profesionalmente:

Cómo seguir órdenes cuando estás al borde
de la náusea y te sientes hastiado y
inseguro y encogido por el miedo.


Vodafone-Ono, la gestión pésima y el oligopolio de la telefonía en España


Trabajo desde casa online y dejé Jazztel porque me tuvieron una semana y media sin conexión. Con ONO obtuve más velocidad, pasé de 20 a 100 megas, pero seguí teniendo microcortes en la red. A los microcortes y fluctuaciones de velocidad acabé resignándome porque: uno, visto lo visto, dos de los mayores operadores en España no eran capaces de dar nada mejor; y dos, la conexión por cable era lo suficiente estable para las tareas que realizaba y para el streaming de Netflix.

El problema llega cuando la conexión dejó de garantizarme la conexión por cable. Desde el 10 de agosto, tanto el Wi-Fi como Ethernet sufrían, ya no microcortes, sino tajos que podrían degollar a un búfalo: cinco minutos, quince minutos, una hora sin acceso a la red. Subidas por FTP canceladas, películas a medio ver. De brazos cruzados sin poder trabajar, perdiendo el tiempo con el contestador automático de Vodafone.

Agosto es el mes en que la gente suele pedirse vacaciones. Tardaron en venir a arreglar un amplificador que no funcionaba, pero dado lo que vino después, fueron unas flechas. Después de trastear con él sin resultados, decidieron cambiarlo por otro. Aquella misma noche, la supuesta reparación ya daba señales de ser una ñapa. Varias llamadas de queja por mi parte y volvieron a enviar más técnicos a mi casa para comprobar el funcionamiento del router.

Las tres veces que vinieron constataron que los niveles de potencia que llegaban no eran correctos, que el amplificador no estaba bien configurado y que eso estaba provocando los cortes. Y las tres veces me dijeron que reportarían la incidencia a los técnicos de redes. Ninguna de las tres veces vino nadie. Las dos primeras no insistí porque me confié, y la tercera empecé mis vacaciones. Así que nos plantamos en el 20 de septiembre y el problema persiste.

Una cuarta vez llamo y realizo el mismo oneroso proceso de escuchar a la máquina parlante de Vodafone, y otra vez vuelven a conectarme con un servicio externalizado en algún país de Hispanoamérica. Pero esta vez insisto más. Telefoneo machaconamente, me pongo en contacto directamente con el departamento de bajas (donde los telefonistas tienen ya acento peninsular), sigo quejándome y, finalmente, el 23 de septiembre viene un técnico, me cambia el enrutador y, tras reconfirmar que el problema es de red, llama a un técnico de redes que, esta vez, sí que viene y soluciona el problema.

Los niveles de la conexión aparecen por primera vez dentro de los parámetros normales. ¿Se acabó la tortura, entonces? No. Ese mismo viernes hay una tormenta eléctrica y algo dentro del router nuevo explota, con un fuerte estallido y un sutil aroma a quemado. El aparato está conectado a una regleta con fusible, donde también están mis dos ordenadores, mi impresora y mi lámpara. Sólo se ha estropeado el router. ¿Por defectuoso? ¿Acaso una subida de tensión que ha llegado a través del cable coaxial de internet? Si es así, no tenía ni idea de que las subidas de tensión pudieran llegar por ahí también.

Todo el fin de semana llamando al servicio técnico como quien se golpea la cabeza contra una pared. Siempre el contestador, siempre un telefonista de ultramar. Y las respuestas: que si es una avería general, que si pronto la solucionarán. Y yo: que el puto router ha explotado, joder, que no funciona, que hay que cambiarlo. Y las réplicas: que el técnico vendrá el sábado, que sin duda el domingo en la puerta de su casa. El lunes telefoneo y, al otro lado, acento ibérico, peninsular.

Me dice, nuevamente, que era un incidencia en la red; y yo, que el enrutador está caput. «¡Ah! Pues un momento... que esto está mal». Por lo visto, habían marcado la incidencia como problema de red y no reemplazo de router. Me lo cambia. Cuál es mi sorpresa cuando, a las tres de la tarde, se presenta el técnico y me dice que iba a venir por la mañana, pero que le habían cancelado la petición previa. ¿Quién entiende nada ya? Queda claro que las anotaciones, si acaso se dejan alguna, no les quedan claras a los propios operadores. Queda claro que la comunicación en Vodafone es un desastre.

Le pregunto y le insisto al técnico para averiguar qué ha sucedido: cuál es el problema en la red y por qué ha "petado" el enrutador. No tiene ni idea, como todos en esta empresa. Si Kafka estuviera vivo hoy, trabajaría en una compañía telefónica y escribiría sobre ello. Tras esta última visita, no sé después de cuántas, la cosa parece que mejora lentamente. No es hasta el segundo día que las intermitencias desaparecen, pero la velocidad se queda atascada a la mitad de la contratada. El tercero, afortunadamente, los niveles de potencia del router se mantienen dentro de unos parámetros correctos y los test de velocidad indican la máxima tanto de bajado como de subida.

¿Se habrá solucionado, por fin? ¿Volverán las oscuras golondrinas? Chi lo ... El mayor problema de todo esto es que el cliente se tiene que joder sí o sí. Porque, ¿dónde me voy? ¿Vuelvo a Jazztel, que dejé porque me tuvieron semana y media sin conexión, teniendo que currar desde casa de mi madre, con el consecuente engorro de tener que configurar un portátil viejo con todo el software que necesito?

La otra opción que me queda es Movistar, a la que me niego por la manera en que se llevó a cabo su total privatización, a dedo y por cuatro perras, después de la cantidad enorme de dinero público que se invirtió en ella. A parte de estas tres, en mi zona sólo hay operadores móviles virtuales (OMV), que dependen de las redes y técnicos del triunvirato del mal. Pepephone será de toda confianza pero sólo ofrece hasta 20 megas.* Y es que tras la compra de ONO por Vodafone y de Jazztel por Orange, el pastel ha quedado repartido en un ménage-à-trois mafioso y nauseabundo.

Una mierda, sin duda, una mierda como un cortijo.

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* Ahora me entero que MásMóvil compró Pepephone en abril y Yoigo, en junio. El 28 de septiembre se anunció que el director ejecutivo Pedro Serrahima abandonó Pepephone.