Dirigido por Laura Poitras, Citizenfour (2014) es la última pieza de la trilogía sobre la Guerra contra el terrorismo desatada a partir del atentado de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2011.
Las otras dos son My country, my country (2006), que sigue la trayectoria de un candidato sunní durante las primeras elecciones libres en Irak en 2005, y The Oath (2010), que explica la historia de Abu Jandal, ex guardaespaldas de Osama bin Laden, y de Salim Hamdan, prisionero en Guantánamo y primer hombre sometido a los controvertidos tribunales militares
Desde que rodara My country, my country, Laura Poitras está en la lista de vigilancia del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, siéndole asignado uno de los niveles de amenaza más altos. Siempre extrema las medidas de seguridad para la información que maneja y, actualmente, colabora con Glenn Greenwald en tareas de edición en The Intercept, publicación que busca compartir las filtraciones acerca del espionaje de la NSA.
Citizenfour es el pseudónimo que utilizó Edward Snowden para ponerse en contacto con Poitras tras comprobar que ningún canal de comunicación con el periodista de The Guardian Glenn Greenwald era seguro, pues estaban todos intervenidos. La directora filma el encuentro entre Snowden y Greenwald en Hong Kong, además de capturar los pensamientos y propósitos del ex consultor tecnológico. También se muestra, someramente, los pasos que debieron seguir para destapar la información.
Como testimonio histórico, este documental es necesario. Hay que contar las dificultades que comportó grabar algo así, moverlo de país en pais, poder editarlo y estrenarlo, una tarea nada baladí, tremendamente arriesgada. El problema para mí, como espectador, es que las dos horas de metraje no me aportaron demasiadas novedades. El documental es el testigo que reafirma y corrobora lo sucedido pero no amplía el conocimiento acerca del sistema de espionaje.
Los primeros minutos son bastante confusos porque son un torrente de información auditiva y escrita que me resultó complicado de seguir. El ritmo se apacigua luego y se muestra la entrevista de Greenwald a Snowden, rodada como si de un reality se tratase o, siendo más elegantes, en estilo de cinéma vérité. Finalmente, se explica superficialmente las acciones de Snowden para llegar a Moscú tras la revelación pública de la información.
Citizenfour se me hizo aburrido. No descubrí nada nuevo. Quería saber cómo Snowden llegó a planear todo lo que hizo. Este documental acerca de su figura durante el proceso de la filtración no busca ensalzarlo sino humanizarlo. Si puedo apuntar algo que me haya quedado después de verlo es la apreciación explícita del ex consultor acerca de que, si bien todo esto ha salido a la luz, a nadie le sorprende. Estamos vigilados, controlados, y parece que nada de ello nos escandaliza.
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