Creo que a aquellos a quienes les fascinó Gantz en su inicio, Wallman les tiene que interesar. Lo publica Milky Way, una editorial que me encanta porque, pese a ser pequeña, descubre a nuevos autores para el mercado español y ofrece una muy buena calidad por un precio muy ajustado (cada tomo cuesta 8€ y el papel es grueso y no transparenta).
También me gusta porque trae series cortas. En su página web tiene una sección justamente para estas colecciones. No debes temer porque vayas a empezar un Naruto o un One Piece. En su catálogo abundan los tomos únicos y las colecciones de dos o tres volúmenes. Wallman pese, a que su autor dijo que pensaba continuarla en un futuro, actualmente consta de tres. El tercero se espera para este abril.
Boichi es el sobrenombre de Mujik Park, un autor surcoreano que consiguió entrar en el codiciado mercado japonés. Su estilo se enmarca en el llamado manhwa. Lingüísticamente, "manhwa" es el equivalente a "manga" en japonés, es decir, "cómic"; pero del mismo modo que el primer término se utiliza para referirse al estilo característico del país del sol naciente, el segundo se aplica a los artistas de Corea del Sur. (En Corea del Norte, pues ya tal...)
¿Por qué digo que Wallman me recuerda a Gantz? El dibujo de Boichi es espectacular. El manhwa acostumbra a ser más detallado, más tendente al realismo que el manga. En el dibujo de Boichi creo ver influencias del cómic estadounidense. Tiene páginas que te dejan sin aliento. ¿Y en qué se aplica este talento? En dibujar violencia, sangre, tetas y culos.
Por qué será que el primer número que compré y me llamó la atención fue el segundo y no el anterior... |
Ahí está el parecido. Es como cruzar una película de Tarantino con una peli porno; eso sí, porno asiático de ese en el que mujeres aniñadas se ofrecen a frikazos torpones y no del occidental, donde mastuerzos más feos que picio directamente las violan. Las escenas de acción, junto con el dibujo y las poses nada ergonómicas de la coprotagonista, son alucinantes.
¿El problema? La historia es estúpida, nada original, y sólo sirve para encadenar las peleas. Gantz, como Perdidos, tuvo un planteamiento genial que nunca se supo conducir ni solventar. Aquí no tendremos ese problemas porque es malo, pero muy malo, desde el comienzo. Es inconcebible que una historia de asesinos tenga unos personajes tan naifs y ñoños.
Te descoloca totalmente la actitud del protagonista, Jirō Sorashima, considerado el mejor "wallman". Los wallman son asesinos a sueldo especialistas... en escalar paredes. Utilizan un cinturón demasiado similar al de Attack on Titans1 con dos turbocompresores con cables de acero, gracias al cual se desplazan entre edificios y suben y bajan por sus fachadas, acercándose sin problema a sus víctimas.
La chavala, Nami, que está como un queso, una Lolita, puro jailbait, entra en escena presentándose como una wallman pero no tiene ni idea más allá de cuatro patadas. ¿Un personaje femenino inútil en un manga? ¡Menuda novedad! Jirō, en toda su bondad, la acoge como discípula pese a ser más un lastre que una posible ayuda. Por supuesto, le asegura que la protegerá... ¿En serio?
Sólo he leído dos tomos y ya me ha parecido repetitiva. ¿Cómo se puede conseguir algo así con una historia de sólo tres tomos? El ciclo siempre agrupa humor, escenas sexis, una matanza bestial y un momento cursilón a medio camino de lo paterno-filial y la pedofilia. Creo que si fuera tan larga como I am a hero (también impresionante), la abandonaría, pero sólo faltándome uno, la terminaré.
Os dejo aquí unas cuantas imágenes para que os hagáis una idea de cuán impresionante es el dibujo de Boichi y a qué me refiero cuando hablo de los momentos porno con jovencitas.
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1 Wallman empezó a publicarse en 2013 mientras que Attack on Titan lo hizo cuatro años antes, en 2009.
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