Borg McEnroe. La película que se olvidó del tenis


El tenis no es tan popular como el fútbol, ni despierta tantas pasiones. En general, es considerado un deporte aburrido de pijos. Entiendo que si se quiere obtener algo de éxito comercial, se hagan concesiones, como darle una resonancia casi mitológica al enfrentamiento de dos grandes como son Björn Borg y John McEnroe. Pero lo que me parece terrible es que se decida emprender un proyecto de este tipo y se parta de la premisa de que el objeto a tratar es un coñazo.

¿Consecuencia? Que se obtiene una ficción documental sobre la final de Wimbledon de 1980 donde apenas se ve tenis. No hay ningún punto mostrado en su integridad. Todo son ráfagas de primeros planos golpeando una pelota que no entra en el encuadre. Como aficionado a la raqueta, no sentí en ningún momento la emoción de ver ganar un punto. La película se centra tanto en el trasfondo de los dos "héroes", que se olvida del deporte y de la interpretación, que es insulsa y plana.

Es sorprende cómo, sin imágenes, sólo con minuciosas y relevantes descripciones, escritores como David Foster Wallace con su artículo Roger Federer as Religious Experience, o periodistas deportivos como John McPhee con su libro Los niveles del juego consiguen reproducir en sus lectores la pasión de disfrutar de un partido que no están viendo. En esta ocasión, es mejor pasar de tanto fotograma inútil y sumergirse en un buen par de lecturas.

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