¿Sabéis las series de romances en que, al final, faltos de ideas, los guionistas acaban enrollando a todos los personajes entre ellos? Lo mismo sucede en el anime de Baki, pero con peleas inhumanas y sin sentido, como los cuerpos de sus protagonistas. Tienen tantos músculos inexistentes y deformes como engendros mutados de Resident Evil.
Desde distintos puntos del globo, cinco reclusos del corredor de la muerte escapan en dirección a Tokio. Van en busca de Baki Hanma, el joven que sorprendió al mundo conquistando el último campeonato de artes marciales. Pese a su victoria, nuestro protagonista sigue yendo al instituto con unos resultados que distan mucho de su habilidad con los puños.
Hay una cantidad enorme de flashbacks. Cada dos por tres aparece un personaje del que se nos explica, no sólo su pasado, sino el arte marcial que practica y cuál fue su participación durante el campeonato de artes marciales. Vamos descubriendo tanta historia a retazos que da la impresión de que nos hemos perdido más de una temporada.
De todos modos, exista o no precuela, la incoherencia de la trama no se verá afectada. Y es que, si bien el objetivo de los presos es enfrentarse al chico, al final luchan con cualquiera menos con él. Baki apenas da mamporros. Y tiene suerte, pues visto como queda el resto, completamente desfigurados, le sale más a cuenta dedicarse a ligar.
¿Y cómo incluyen el amor en este potaje de testosterona y esteroides? Pues como un rito iniciático que convertirá al niño en hombre, el auténtico guerrero. Las escenas de besos y sexo parecen violaciones. Es muy turbador ver cómo los intentos por narrar momentos tiernos se convierten en escenas totalmente aberrantes.
La animación es pésima. Hasta las ilustraciones estáticas aparecen llenas de desproporciones y posturas que desconocen el término "ergonomía". Las peleas son aburridísimas, carentes de emoción. Baki es un barco que hace aguas por doquier. Y cuando piensas que ya es suficiente, hacen otro órdago aún más rocambolesco.
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