Leyendo La hija de Vergingétorix (nombre que hasta hoy pronunciaba llano y no esdrújulo), me llamó la atención la forma de hablar de los rebeldes arvernos (que, también hasta hoy, refería como "avernos"). Su sustitución de la ese y la zeta por che ("Julio Chéchar")1 me pareció tan curiosa que decidí leerme El escudo arverno.
Y, sinceramente, qué maravilla. Qué dominio del gag, de la tira cómica, y de la página de humor. El ritmo de la narración se mantiene a lo largo de 48 planchas en las que la trama encaja como una pieza en su molde. Los nuevos autores, Ferri y Conrad, no consiguen tal precisión, y hacia el final de sus historias siempre acaban acelerándose de manera torpe y brusca.
En El escurdo arverno, el jefe de la aldea, Abraracúrcix, se ve aquejado de un terrible dolor de hígado2. Por consejo del druida Panorámix, es escoltado por Astérix y Obélix hasta los baños termales de Aquae Calidae (Vichy) donde se someterá a un exigente régimen. Los chistes sobre dietas, comilonas y bebercio no tienen desperdicio.
Este viaje al país arverno desembocará en otra aventura en la que la pareja de héroes deberá recuperar el escudo de Vercingétorix antes de que César se haga con él. La búsqueda no será sencilla, desde luego, pues el día de la victoria romana un soldado raso sustrajo el escudo para perderlo poco después a las cartas. Goscinny y Uderzo firmaron otro tebeo agudo y tronchante.
Y del mismo modo que el nuevo álbum de Astérix me arrojó a semejante joya, también me trajo otra historia bastante menos brillante. El detalle de que Adrenalina, la hija de Vercingétorix, cause revuelo entre las mujeres de la aldea por llevar pantalones y no falda es incoherente con lo sucedido en La rosa y la espada, número famoso por llevar la etiqueta de "feminista".
Publicado en 1991, catorce años tras la muerte de Goscinny, y ya bajo la dirección absoluta de Uderzo, deja mucho que desear. El dibujo es fantástico, como no podría ser de otra manera. Pero el guion, sin ser mal la idea inicial, tiene un desarrollo regulero y un final estrepitoso. Falto de chispa y de ritmo, la broma se va ahogando poco a poco en su propia caspa.
Magistra, una profesora de música, llega al poblado para sustituir al bardo Asurancetúrix. No pudiendo soportar el machismo imperante, pone a las mujeres en pie de guerra, convenciéndolas no sólo de tomar el mando, sino, además, de empezar a llevar pantalones. Esto choca con la insistencia de todas en el último cómic, en el que tratan de convencer a Adrenalina para que vista falda.
Paralelamente, Roma ha formado un ejército de mujeres del que los galos no podrán defenderse, ya que su código de honor les impide golpear al sexo opuesto. ¿Cuál será la solución propuesta por Astérix, el más sensato de todos? Montar un mercadillo. Cuando las romanas invaden la aldea, se vuelven locas con las ofertas y se olvidan de la batalla. Súper feminista, ¿no?
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1 En francés se le llama "accent chuitant" (acento sibililante). Durante las dos Guerras Mundiales, muchos auverneses se instalaron en París, cuyos habitantes solían caricaturizarlos hablando de esta manera. Fuente: http://adam-latin.over-blog.com/article-analyse-d-asterix-le-bouclier-arverne-72322391.html
2 "Crise de foie" en francés, un término que asociaba una serie de síntomas como la indigestión y la migraña con el hígado, pero que, en realidad, no tenían nada que ver. Fuente: https://fr.wikipedia.org/wiki/Crise_de_foie
2 comentarios
Por algún motivo de pequeño se me quedó grabada la escena en que el jefe de la aldea se echa a dormir debajo de un árbol después de una comilona y se despierta por el dolor cuando le cae una hoja en la panza.
Me reí mucho con esa escena. La verdad es que revisitándolos, o no me acuerdo de muchos, o no leí ni la mitad de los álbumes.
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