El comienzo de Studio Ghibli: Nausicaä del Valle del Viento y El castillo en el cielo

De entrada, voy a decir algo que puede sonar despreciativo, pero que espero que se entienda. Los trabajos del Studio Ghibli son argumental y visualmente maravillosos. Me deshago ante ellos. Pero reconozco que, haciendo repaso de su filmografía, eligiendo ver las películas en fin de semana después de la comida, me he dormido más de una vez.

El ritmo es lento, y el mensaje pesado. No son temas ligeros. La reflexión acerca de la ecología, de la fuerza devastadora del progreso, de las consecuencias dañinas del egoísmo y la avaricia desmedidas, de la falta de solidaridad y el exceso de innecesario odio,... Son historias llenas de belleza, pero rebosan un infinito dolor por el mundo que estamos destruyendo.


Nausicaä del Valle del Viento
(Kaze no Tani no Naushika, 1984)

Esta película antecede a la existencia del estudio de animación. Su éxito en taquilla impulsó la fundación de Studio Ghibli a manos de los directores Hayao Miyazaki e Isao Takahata y del productor Toshio Suzuki. Dirigida por Miyazaki y basada en el manga que él mismo había dibujado dos años antes, es un claro alegato ecologista. El respeto a la Naturaleza y la necesidad de aprender a convivir con ella será un tema recurrente en todas sus obras posteriores.

En un futuro lejano fruto de una terrible guerra, la humanidad sobrevive a pesar del avance de un bosque tóxico que va cubriendo la Tierra. Nausicaä, princesa del Valle del Viento, busca comprender cómo detener la amenaza. Desgraciadamente, una noche, un avión del poderoso reino de Tolmekia se estrella en el Valle con una peligrosa carga que podría desatar un nuevo enfrentamiento militar que echaría por tierra sus avances, poniendo en peligro no sólo a su pueblo, sino a toda la Humanidad. 

Si bien la historia es hermosa, la grandeza de su animación palidece frente al nivel alcanzado en sus siguientes trabajos. El desagradable y terrorífico diseño de los insectos no tiene punto de comparación con la congoja que suscita durante todo el metraje la posibilidad de un nuevo conflicto. Es difícil obviar la indeleble huella que dejó en la población japonesa las ominosas bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Isao Takahata lo corroborará con la desgarradora La tumba de las luciérnagas.


El castillo en el cielo
(Tenkū no Shiro Rapyuta, 1986)

Muy conocida por el malsonante nombre de la isla que trae de cabeza a todos los personajes del filme, y que llegó a ser traducida en el doblaje antiguo en español como Lapuntu, Laputa es una isla imaginaria de Los viajes de Gulliver que tiene la fantástica propiedad de volar. También dirigida y escrita por el incombustible Hayao Miyazaki, tiene un comienzo similar a Nausicaä, donde la aparición de una nave en los cielos dará comienzo a la aventura.

La joven Sheeta cae del dirigible donde la tienen secuestrada. Gracias a la magia de la piedra que lleva en el cuello, aterriza sana y salva en un pueblo minero donde el huérfano Pazu la encuentra. Perseguidos por tierra y aire, deberán esquivar tanto a los piratas como a los agentes del gobierno que ansían apoderarse del amuleto, único camino hacia la isla flotante repleta de tesoros. Aunque la trama contiene buenas dosis de humor y acción desenfrenada, no faltan los momentos más íntimos y reflexivos.

El mensaje ecologista y antibelicista sigue presente. Los adultos son capaces de derramar sangre a cambio de poder y dinero. Es la voz inocente pero sensata de los niños la única que puede evitar que acabemos en otro pozo sin salida. Hay escenas y frases preciosas. Recuerdo con especial cariño el diálogo de Sheeta y Pazu en el puesto de vigilancia, o la llegada a la isla mágica. Mal que me pese, tanta belleza no pudo evitar que sus 126 minutos me resultaran largos.

No hay comentarios