La imagen de Jaime Lorente como El Cid en el poster promocional ya avisa de lo que vamos a encontrarnos: una mala actuación. No sé por qué un militar del siglo XI habla y se comporta igual que el quinqui del atraco de La casa de papel. Tampoco entiendo cómo el protagonista puede tener el pecho tan cuidadosamente depilado, cuando es el primero en alardear de no bañarse en semanas.
Igual que se hace con Mario Casas y otros sex symbols del estrellado estrellato patrio que tienen menos tablas que la casa de Dorothy después del tornado, Lorente se rodea de un buen elenco actoral. Ojo, no estoy diciendo que él no sea un buen intérprete, sólo que no lo demuestra ni lo sugiere. Él está para lo que está: marcar paquete y atraer audiencia. Sin él, tal vez, el resto no tendrían trabajo.
La serie se ha esmerado con la vestimenta y las armas castellanas, pero luego se ha tomado libertades con los musulmanes y con la Historia en general. Por no escatimar, también se han pasado la Leyenda por donde les rascaba. No me parece mal, pues aquí lo importante es crear una ficción entretenida, que no dé vergüenza ajena. Desgracidamente...
Los puntos más débiles, y que entiendo que vienen obligados por la producción, es que imita a Juego de Tronos hasta en los incestos. Una serie española no va a poder equipararse a una estadounidense ni en presupuesto, ni en efectos especiales. Pero podría haber ganado atractivo con originalidad, personajes distintos que tal vez no encontraríamos en un producto estadounidense.
Pero eso no está. Para mí, lo mejor han sido los actores que, tristemente, por las exigencias del copia y pega, deben llevar acabo unas interpretaciones incoherentes y anacrónicas, y recitar unos diálogos insípidos como una galleta dietética de arroz. Las escenas de acción están bastante logradas, tal vez porque nadie habla en ellas. Entretener entretiene... pero chirría más que el catre de un prisionero.
No hay comentarios
Publicar un comentario