Eternals (2021)
Eternals es un bodrio de 156 minutos donde se procura dar cabida a todas las etnias, franjas de edad, inclinaciones sexuales y discapacidades que los guionistas han sido capaces. El problema es que se han descuidado de hacerlos carismáticos y coherentes. Porque, claro, debe de ser difícil hacer interesantes a seres eternos que han vivido miles de años y han contemplado la historia del planeta desde sus inicios.
Les ha salido un workbook de inglés. Son una retahíla de tristes, con unas interpretaciones dignas de una inyección de bótox, o de Eduardo Noriega. Están a la par de las escenas de acción. Nada sorprende, todo indigna. Se han dejado los billetes en pintar rayos con CGI, pero luego llegan a Mesopotamia 5000 a.C. y parece eso la obra de Els Pastorets.
Este pastiche inclusivo tiene tan poca personalidad que parece un sucedáneo de la Liga de la Justicia de DC. ¿Acaso Ikaris, Thena y Makkari no se parecen demasiado a Supermán, Wonder Woman y Flash? ¿Y Kingo y Druig? Sin parecidos razonables que conozca, tienen una relevancia nula y hasta absurda en la trama nula. El género de superhéroes está quemado y no será Eternals la que lo renueve.
Dune (2021)
La nueva versión del clásico de Frank Herbert entusiasmará a los lectores de la novela y, posiblemente, aburra a los neófitos. A mí me agotó físicamente, pues, aun sin suceder nada, estás en tensión toda la película por culpa de la música. No hay fotograma sin notas épicas de fondo. Es un derroche de grandilocuencia para una trama lenta y con muchos huecos que sólo los fans podrán completar.
Las actuaciones no son especialmente reseñables. Timothée Chalamet es tan insufrible y cargante como en el resto de su filmografía. El nivel, no obstante, no es el de Eternals, y está un poquito mejor. Las intenciones de los personajes no me quedaron claras y, tras escuchar las explicaciones de mi pareja, lectora del libro, sé que se han dejado partes muy interesantes que dan sentido a sus decisiones.
Pero, repito, las dos personas que conocían la novela quedaron muy contentas con el resultado. El resto estábamos bastante confusos. Lo doloroso es que después de 155 minutos (nos perdonaron un minuto respecto a la peli de Marvel) la historia queda a la mitad. Y encima cierra con unas cuantos detalles de flipao. Todo apunta a que el tufillo mesiánico new age de esta primera parte va a ser escandaloso en la segunda.
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