Esperanza

Descubrir, ver con los propios ojos, cómo una persona de casi noventa años, viuda, redescubre, se reencuentra, con la lectura, con una avidez desmesurada por narraciones románticas, disfrutando cada página, cada frase de cada diálogo, de un libro que en su solapa, sorprendentemente, contiene la fotografía de una anciana y un ínfimo extracto biográfico de sus noventa y cinco años, de casi un siglo a cuestas apurado en su escritura nonagenaria (si es que la escritura tiene edad), recuerdos de los años veinte, de aquellos veinte, ahora tan cerca de los otros; descubrir, ver esto, es sin duda la esperanza.

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