Película basada en hechos reales que no darán un sábado por la tarde en Antena 3. Steve McQueen, no el actor sino el director de Shame, vuelve a filmar/firmar otro peliculón, esta vez sobre la huelga de hambre de los miembros del IRA encarcelados en los 80 durante el Tatcherismo (tela).
Tiene un diálogo rodado en un único plano de dieciséis minutos contraponiendo el punto de vista del preso protagonista (Fassbender, cuyos fans pueden sufrir una arritmia al ver el estado en que queda) y un cura. Es el momento en el que más se habla, y de forma eficiente. El resto, como Shame, son excelentes planos donde sobran las palabras. Muy, muy buena.
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