El pasado domingo llegó a su fin el concurso de tapas de Sabadell, que ha durado del 25 de abril al 12 de mayo. Bueno, que acabó ayer es un decir. Más bien, terminó el sábado pues ayer apenas había locales abiertos. Hubo incluso algunos que según la guía debía estar abiertos y chaparon. ¿Algunos con ganas de ir a festejar un poco de furgol?
Bar Alegre - Av. de Matadepera, 243. Está en el fin del mundo (o casi) pero es un lugar donde por el olor, por la clientela, por el ajetreo de los camareros y por el tamaño de los bocatas y de las raciones uno sabe que sirven unas tapas cojonudas. El milhojas de solomillo estaba ídem y, sin duda, volveremos.
Bar Andana - Pg. de la Plaça Major, 24. En pleno centro, el año pasado sorprendió en este mismo concurso con unas mini hamburguesa buenísimas. Esta vez han ido a lo básico pero con abundancia (aquí los andaluces pueden reírse) y buen sabor.
Buquet - c/ Sant Quirze, 5-7. Es un local muy fashioniki. Aquí es donde se junta todo lo pijo y gafapestoso de Sabadell. La tapa era fugaz e insípida, sólo sabía a Pedro Ximénez, como alimentarse de aire, puro espíritu moderno. Pese a las quejas, nos trataron bien. Parece baladí o irónico decirlo aquí, pero la razón viene ahora.
Dehesa Sta. Maria. Un mierda de local con una mierda de servicio. Antes iría al Buquet que a este antro de mierda. Dejamos de ir a otros bares para llegar a este a tiempo (pésima elección). Resulta que, en realidad, cerraban a las doce y no a las diez. La tapa no tiene nada que ver con la de la foto y tampoco me gustó. Cuando les pedí agua en vez de cerveza, me dijeron que no, que la oferta sólo podía ser con birra. En ningún sitio me habían puesto ese inconveniente. Me trajeron una clara que no bebí. Peor aún, la oferta es con un quinto, y ellos llenaban un culo de vaso. Nos trataron con asco y con asco nos fuimos.
Dual Mirallac - Av. de Francesc Macià. Está en el embarcadero del lago del Parc Catalunya. Había ido a comer una vez y, la verdad, no me entusiasmó. Cabe decir, sin embargo, que con la tapa fueron inteligentes y generosos. Viendo que no podían gastar mucho tiempo con ella, hicieron unas mini pizzas bien cargadas. La tapa llenaba y estaba buena, lo suficienta para aguantar de hilo musical una Experiencia religiosa de Enrique Iglesias.
Grinzing - Pg. de la Plaça Major, 45-49. La tapa no era diminuta pero tampoco grande. Intentaron ser originales, lo cual se valora, pero a mí la mermelada de naranja amarga me sobró de todas, todas.
Hotel Urpí - Av. d el'Onze de Setembre, 44. El clásico de los churros después de la fiesta fue el lugar ideal para el viernes. Lloviendo, entramos dentro, donde tenían puesta la calefacción. La tapa llenaba y estaba muy buena. Aprovechamos para quedarnos a comer unos bocadillos mientras escampaba.
Loremar - Lluís Carreras, 13-17. Este restaurante elegante con nombre poligonero nos regaló (es un decir) la tapa con mejor presentación. Y el sabor acompañaba. ¿El problema? La estupidez de no poder servir agua, que sólo podían poner cerveza. Le dije que no me abriera el botellín porque no pensaba tomármelo y el camarero volvió con una botella de crital abierta con agua fría (creo que del grifo). Nos sentimos bastante incómodos porque los camareros parecía que nos miraban con asco. Nos plantaron la hermosa tapa en una mesa desangelada con un mantel sucio. Otros que llegaron después de nosotros siguiendo la ruta de las tapas recibieron el mismo trato de apestados (de apestados pobres).
Bar Mundial - Rambla, 9. Descripción: trigo salteado envuelto con jamón dulce braseado sobre rebanada de pan tierno y gratinado con mozzarella. Realidad: una taostada con jamón y queso. Propuesta para el Bulli: bikini deconstruido.
Renaissance - Via Massagué, 11. La tapa era escasa, muy escasa, pero buenísima. La primera vez que fuimos a este bar, nos sorprendió por el trato y lo bien que cenamos. Ambas cosas han ido decayendo en las sucesivas visitas. Sin embargo, esta croqueta (en realidad, media croqueta) era exquisita.
Toc Al 2 - c/ Jovellanos, 2. Nos sorprendió. Esperábamos otro plato que tendríamos que examinar con microscopio pero no. Sencillo, pues sólo eran rodajas de pan con rodajas de butifarra, pero delicioso. Lo habían hecho con un aceitillo que te subía al cielo. Sin duda, volveremos.
Nos quedamos con ganas de ir a lo siguientes:
El primero tuvo el detalle de cerrar ese domingo, suponemos que para celebrar la victoria del Barça; el segundo y el tercero nos los saltamos por ir a la maldito bar de la Dehesa; y el cuarto no abría en fin de semana. Hay uno más para acabar este post: el raro. A ese no fuimos porque nos daba miedo la combinación. ¿A qué puede saber algo así? Vivir para ver.
Bar Alegre - Av. de Matadepera, 243. Está en el fin del mundo (o casi) pero es un lugar donde por el olor, por la clientela, por el ajetreo de los camareros y por el tamaño de los bocatas y de las raciones uno sabe que sirven unas tapas cojonudas. El milhojas de solomillo estaba ídem y, sin duda, volveremos.
Bar Andana - Pg. de la Plaça Major, 24. En pleno centro, el año pasado sorprendió en este mismo concurso con unas mini hamburguesa buenísimas. Esta vez han ido a lo básico pero con abundancia (aquí los andaluces pueden reírse) y buen sabor.
Buquet - c/ Sant Quirze, 5-7. Es un local muy fashioniki. Aquí es donde se junta todo lo pijo y gafapestoso de Sabadell. La tapa era fugaz e insípida, sólo sabía a Pedro Ximénez, como alimentarse de aire, puro espíritu moderno. Pese a las quejas, nos trataron bien. Parece baladí o irónico decirlo aquí, pero la razón viene ahora.
Dehesa Sta. Maria. Un mierda de local con una mierda de servicio. Antes iría al Buquet que a este antro de mierda. Dejamos de ir a otros bares para llegar a este a tiempo (pésima elección). Resulta que, en realidad, cerraban a las doce y no a las diez. La tapa no tiene nada que ver con la de la foto y tampoco me gustó. Cuando les pedí agua en vez de cerveza, me dijeron que no, que la oferta sólo podía ser con birra. En ningún sitio me habían puesto ese inconveniente. Me trajeron una clara que no bebí. Peor aún, la oferta es con un quinto, y ellos llenaban un culo de vaso. Nos trataron con asco y con asco nos fuimos.
Dual Mirallac - Av. de Francesc Macià. Está en el embarcadero del lago del Parc Catalunya. Había ido a comer una vez y, la verdad, no me entusiasmó. Cabe decir, sin embargo, que con la tapa fueron inteligentes y generosos. Viendo que no podían gastar mucho tiempo con ella, hicieron unas mini pizzas bien cargadas. La tapa llenaba y estaba buena, lo suficienta para aguantar de hilo musical una Experiencia religiosa de Enrique Iglesias.
Grinzing - Pg. de la Plaça Major, 45-49. La tapa no era diminuta pero tampoco grande. Intentaron ser originales, lo cual se valora, pero a mí la mermelada de naranja amarga me sobró de todas, todas.
Hotel Urpí - Av. d el'Onze de Setembre, 44. El clásico de los churros después de la fiesta fue el lugar ideal para el viernes. Lloviendo, entramos dentro, donde tenían puesta la calefacción. La tapa llenaba y estaba muy buena. Aprovechamos para quedarnos a comer unos bocadillos mientras escampaba.
Loremar - Lluís Carreras, 13-17. Este restaurante elegante con nombre poligonero nos regaló (es un decir) la tapa con mejor presentación. Y el sabor acompañaba. ¿El problema? La estupidez de no poder servir agua, que sólo podían poner cerveza. Le dije que no me abriera el botellín porque no pensaba tomármelo y el camarero volvió con una botella de crital abierta con agua fría (creo que del grifo). Nos sentimos bastante incómodos porque los camareros parecía que nos miraban con asco. Nos plantaron la hermosa tapa en una mesa desangelada con un mantel sucio. Otros que llegaron después de nosotros siguiendo la ruta de las tapas recibieron el mismo trato de apestados (de apestados pobres).
Bar Mundial - Rambla, 9. Descripción: trigo salteado envuelto con jamón dulce braseado sobre rebanada de pan tierno y gratinado con mozzarella. Realidad: una taostada con jamón y queso. Propuesta para el Bulli: bikini deconstruido.
Renaissance - Via Massagué, 11. La tapa era escasa, muy escasa, pero buenísima. La primera vez que fuimos a este bar, nos sorprendió por el trato y lo bien que cenamos. Ambas cosas han ido decayendo en las sucesivas visitas. Sin embargo, esta croqueta (en realidad, media croqueta) era exquisita.
Toc Al 2 - c/ Jovellanos, 2. Nos sorprendió. Esperábamos otro plato que tendríamos que examinar con microscopio pero no. Sencillo, pues sólo eran rodajas de pan con rodajas de butifarra, pero delicioso. Lo habían hecho con un aceitillo que te subía al cielo. Sin duda, volveremos.
Nos quedamos con ganas de ir a lo siguientes:
El primero tuvo el detalle de cerrar ese domingo, suponemos que para celebrar la victoria del Barça; el segundo y el tercero nos los saltamos por ir a la maldito bar de la Dehesa; y el cuarto no abría en fin de semana. Hay uno más para acabar este post: el raro. A ese no fuimos porque nos daba miedo la combinación. ¿A qué puede saber algo así? Vivir para ver.
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