After porn ends


Como punto positivo, debo decir que no es un documental que aproveche el tema que trata para mostrar escenas pornográficas de manera gratuita. No hay demasiadas y no da para paja.

Lo peor es que acaba siendo sencillamente una serie de entrevistas personales a actores y actrices pornográficos: explican cómo llegan a trabajar ahí, cómo lo viven y cómo terminan.

No parece tomar partido porque hay opiniones a favor y en contra, los que se arrepienten y los que son felices con ello, pero sí es cierto que en las historias trágicas salta una musiquilla de órgano terrorífica.

Hay un tío que fue guionista y que ahora debe de ser rabino o algo así que se pasa el rato asegurando que son gente podrida y torturada por dentro, marginados que cargan una lacra que les impedirá socializar.

La doble moral americana está ahí, dice un biógrafo del género: disfrutamos con sus películas y luego los dilapidamos. No sé en Europa, pero creo que en España eso es diferente.

No hace falta más que ver a Nacho Vidal, un héroe nacional. El tío puede haber estafado millones pero es la polla de España y todo quisqui lo admira. Es una posición también extremista pero al menos no está llena de odio.

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