Si no hubiera sido por mi pareja, no hubiera leído este manga. El dibujo, para empezar, no me gustaba mucho, pues no acaba de parecerme del todo bueno (fallos en la perspectiva y en las proporciones). Ella se lo compró después de hojearlo y me lo recomendó convencida tras leerlo. Me dijo que era una historia triste pero bella, como La tumba de las luciérnagas. Tomé el tebeo con reticencias.
El perro enamorado de las estrellas son cinco historias entrelazadas, pertenecientes las dos primeras a Hoshi mamoru inu (2009) y el resto a Zoku hoshi mamoru inu (2011), guionizadas y dibujadas por Takashi Murakami. Están publicadas en el sentido original, de derecha a izquierda. La historieta que da pie al resto es una tragedia al más puro estilo japonés de esas en las que, cuando el protagonista no puede ser más desgraciado, lo hunden todavía más.
Las tragedias niponas tienen dos vertientes: las que desbarran en un rollo metafísico tan absurdo como infumable y las que se centran en las cosas pequeñas y cotidianas. Murakami toma la segunda vía e invita a reflexionar sobre la relación entre perros y humanos, sobre la soledad y la compañía, sobre la fidelidad de ellos hacia nosotros y de nuestra empatía y deberes para con ellos. Lo hace de esa manera tan habitual en el país del Sol naciente: no se detiene a analizar, sencillamente muestra.
Creo que es un cómic que enamorará (y hará llorar) a los amantes de los perros pero que también agradará a quienes no sientan una pasión desbordada por tener el sofá lleno de pelos. El perro enamorado de las estrellas narra con sencillez y delicadeza cinco historias que el cinismo actual no permitiría pero que retratan de manera cruda la aisladora sociedad que estamos construyendo.
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