Gràcia 47, Sabadell |
Esta pizzería-hamburguesería fue abierta recientemente junto al restaurante Udon del centro de Sabadell. Justamente, estaban celebrando un cumpleaños en la planta de arriba. Lo supimos por el ruido. En su web, también informan de que tienen una zona para niños, con una piscina de bolas. La pobre niña que estaba de cena con los padres y el abuelo en la mesa de al lado se agitaba como una lagartija, se paraba para estudiarnos con la mirada, volvía a girar como una peonza, se subía a los asientos, amenazaba nuestros abrigos con sus botas, aburrida como una ostra por tener que estar en la sosa planta de abajo y no en la de arriba donde la chiquillada estaba en pleno apogeo a las once y media de la noche. ¿TDAH? No me jodas, mete a tus hijos en la cama a una hora adecuada.
Aunque nosotros somos como somos, bueno, el local es lo que ofrece y no se pueden poner peros. Si no te gusta, te vas a otra parte. Si, en cambio, te interesa, te gustará saber que hay otros restaurantes también con zona de juegos infantiles, como el Vita Viridis. Nos tocó, desgraciadamente, junto a la puerta, y cada vez que entraba alguien, la rasca lo acompañaba. Por suerte, no abrieron demasiado la puerta. El momento que me tocó la moral fue cuando se marchaban los de la planta de arriba y una de las madres, que había perdido algo, volvió a subir dejando el carrito atravesado sin cerrar la puerta. ¡Qué gustirrinín!
COMIDA Y SERVICIO
La carta es escueta (y te la puedes descargar de su página web, por alguna razón en formato JPG y no en PDF). No indica bebidas ni postres, que son recitados por las camareras. Una cara es para las pizzas artesanas y otra, para las hamburguesas gourmet. También ofrecen tres opciones de ensalada; alitas de pollo, croquetas, buñuelos y verduras al tempura para picar; y patatas fritas, patatas bravas o chips de boniato con miel. Pedimos ésto último. Son rodajas finas pero grandes de boniato con poca o ninguna sal y un chorreón de miel. Para mi gusto, demasiado dulce. Esperaba algún contraste, con las rodajas más crujientes y saladas y con un ligero toque dulzón.
Volvimos a tener mala suerte con la camarera. No sé si era su primer día o qué. Para empezar, no hablaba catalán y creo que no era de aquí porque me preguntó si quería el agua fría o "del tiempo" (y no "natural"). ¡Lo gracioso es que me la sirvió fría pese a que segundos antes le había dicho lo contrario! Entre los ingredientes gourmet de las hamburguesas leí "Duxelle de champiñones y setas". Le pregunté acerca de este y otro ingrediente gourmet que no conocía y me dijo que debía preguntarlo en cocina. Vamos, tampoco es que la carta fuera la lista de los reyes Godos para no sabérsela...
Pedimos una hamburguesa y una pizza. La pizza era una fina masa empapada en aceite con rúcula, vinagreta, crema de nueces y otras cosas que hacían que todo sonara estupendo. Literalmente, me la comí doblada por exquisito y culturetas. La hamburguesa no era nada del otro mundo y el panecillo ¡mph! (Silvio José dixit). Lo que más me llamó la atención fueron los platos. Pedimos dos cosas y casi tenemos que juntar otra mesa para que cupieran esa absurdidad de vajilla. Le saqué una foto donde se aprecia cómo el bocadillo apenas ocupa una cuarta parte. Al menos, podrían haberle pintado unas patatas para que no quedara tan desangelado.
En resumen, de sabor no diré que malo pero sí pesado. Quedé empalagado: los boniatos demasiado dulces, la pizza aceitosa, la hamburguesa densa,... No nos cupo postre pero pedimos un té, que resultó no ser gourmet sino Hacendado. Nos endiñaron 1,80€ por un té verde de marca blanca en taza pequeña y sin llenar. ¡Cuidao, no se vayan a arruinar echando agua! Y por si no fuera suficiente cutrerío, no pudimos charlar tranquilamente después de la cena. Primero nos retiraron los platos gigantes y luego las botellas y luego los vasos. Nos quedamos nosotros, el mantel y las migas de pan. Cri-cri. Nos levantamos y nos fuimos tras soltar 34€ por los tres platos, la infusión, el agua y una Coca-Cola.
No hay comentarios
Publicar un comentario