Esta película cuenta la historia de un campesino colombiano puesto entre la espada y la pared al recibir de manos de las FARC al hijo de una prisionera para hacerse cargo de él. El bebé está enfermo y el hombre, padre de familia numerosa, carece de recursos y de acceso a medicinas. Ni siquiera puede llevarlo a un hospital, pues se encuentran más allá de la zona vigilada por los guerrilleros, de donde no le permiten salir.
La historia es de sobra conocida en Colombia y, por lo visto, en el resto del mundo, aunque yo no la recuerdo. La entrada en Wikipedia documenta todo el suceso. Pese al "basado en hechos reales", y pese a las denuncias y problemas que tuvo en el país de origen para estrenarse, se pueden cambiar los nombres, convertirlos en completos anónimos, y la película seguiría teniendo gran fuerza dramática.
El filme no se centra en la prisionera sino en el campesino, en las víctimas de la guerra que se encuentran en el fuego cruzado entre la guerrilla y el ejército. Sorprende que Luis Tosar interprete al campesino colombiano pues se ve a la legua que no tiene cara de indiano, pero choca más que llegue a convencerte de que lo es gracias a su gran actuación. Tosar es brutal.
Me costó entenderla por el acento pero, aunque es difícil, el oído puede llegar a costumbrarse. Sea como sea, las acciones hablan por sí mismas y tampoco es necesario entender cada diálogo. El desenlace es demoledor y, aunque pueda criticarse si el punto de vista sobre los hechos y el personaje se ajusta a la realidad, el retrato de la tragedia humana de la Colombia más pobre es, desgraciadamente, trasladable a otros muchos países del mundo.
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