El lobo de Wall Street


La muerte del VHS se llevó consigo sus limitaciones físicas. Ahora, gracias a la infinita playa digital, cualquier película se cree legitimada para superar las dos horas pese a que la mitad del metraje parezca material de relleno. La película pasa así a ser reflejo de la cartelera donde prima la cantidad sobre la calidad.

Dicho esto, las tres horas de El lobo de Wall Street son las tres horas más entretenidas que he pasado en mucho tiempo dentro de un cine. No es una película esencial. Es espectáculo, diversión, risa. Y lo borda.

En otras críticas me he hartado de denostar guiones abrazados al caca-culo-pis y al soft porn enfocados a un público adolescente con mentalidad infantil. Aquí, las muchas palabrotas no desmerecen y su vena pornográfica no hace más que confirmar la disolución de fronteras entre el cine X y el convencional.

Di Caprio es un maravilloso imbécil engreído, y sus expresiones de pipiolo antes de corromperse también son fantásticas. Incluso podría no machacarle la cabeza a Jonah Hill en esta película, pero no prometo nada.

Como curiosidad, muestro el tremendo parecido entre la actriz Margot Robbie (Naomi Lapaglia [!!] en la película) con Jaime pressley (Joy en Me llamo Earl). Por si la chica no fuera lo bastante guapa, parece haber indicios de que alargaron sus piernas digitalmente.


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