Compramos una sisí o tendedero nuevo porque el viejo estaba hecho caldo. Las varillas oxidadas se partían y erguían amenazantes cuales lanzas en La Rendición de Breda.
La elección no fue muy dura. Escogimos uno de la tienda de chinos Win de Sabadell (Tres Creus, 166) donde los dependientes son muy simpáticos pese a que un día, al entender erróneamente "doce", acabé pagando dos euros con tarjeta.
Tienda Win, Tres Creus 166, Sabadell
Foto extraída de Google Maps
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Las sisís estaban en un recoveco del establecimiento, bastante escondidas. Había dos modelos plegables distintos. El de aluminio estaba en dos colores y costaba 21,99€. El que escogimos fue uno de hierro de la empresa Monchy con patas rojas y varillas blancas por 11,99€.
De acuerdo con su página web, Monchy es una empresa de Ciudad Real, es decir, una empresa ciudadrealeña. Esto me chocó porque en la etiqueta del producto se podía leer "Pamplona", pero resulta que es el nombre del modelo.
El tendedero viene a ser similar al que teníamos antes, aunque en distinto color. Dejamos atrás un azul oscuro más discreto para encarar un rojo pasión con piezas de plástico blanco en lugar de negro. Ya se sabe que la vida es una sucesión de pequeños cambios.
Nos salió unos siete euros más barata que en la web oficial de Monchy. Pensamos que se debe a que formaban parte de alguna remesa donde el embalaje salió defectuoso. Las dos caras del envoltorio de plástico estaban pegadas. Parecía una segunda piel.
Más que desenvolver, sentimos que despellejábamos la sisí. Fue desgarrador. En cada uno de los cuadrados que formaban la rejilla del centro con las varillas perpendiculares de las alas, había que romper el plástico para poder, con paciencia y lentitud, retirarlo.
Una vez desnuda, montar la sisí fue muy fácil. El sistema era el mismo que el de la anterior. Sólo hay que tener cuidado de no pillarse los dedos cuando la desplegamos como una silla de cámping. Las alas extienden la superfice tendible en casi el doble.
Los topes de plástico para las patas son difíciles de poner pero, con esfuerzo, todo se consigue. Una vez lista, nos dimos cuenta que era más ancha que la anterior, con una varilla más, pero las alas laterales, en cambio, eran más cortas.
Tras probarla, puedo asegurar que la ropa se cuelga bien, de arriba hacia abajo, de acuerdo con las leyes de la gravedad. Se pueden utilizar pinzas o simplemente dejar la prenda con cuidado para que no caiga. Como las baladas de amor, es excelente para los días de lluvia.
Tenéis más información en la web de Monchy: http://monchy.es/
1 comentario
Jajaja, muy bueno.
No conozco ningún chisme de esos que no acabe con una varilla rota o sin pintura, con el óxido al aire. Mi madre tenía uno con cuerdas en vez de varillas. Las cuerdas forradas de plástico, creo recordar. Pero ese modelo no lo venden en los chinos, me temo.
¿Por qué muchas veces las cosas más cotidianas son las que peor diseñadas están?
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