Da un poco de rabia cómo la educación consigue tan buenos réditos en la gran pantalla cuando en la realidad tienes a profesores dejándose la piel para que sus alumnos rasquen el aprobado. Esta película, por supuesto, es el retrato de un éxito pero que hunde sus raíces en la realidad. En concreto, en la experiencia educativa de Anne Anglès en el instituto León-Blum del municipio de Créteil.
Al igual que otras películas francesas que tocan el tema del extrarradio parisino, como Girlhood o Incompatibles, aquí vemos las tensiones religiosas en ese magma de hijos de inmigrados que son las aulas de la periferia gala. Gracias a un proyecto acerca de los niños y adolescentes en el Holocausto, Anne Anglès (apellidada Gueguen en el filme) consiguió cohesionar y motivar a sus alumnos.
Qué fácil se ve, o qué sencillo lo hace parecer la profesora, a quien, sin embargo, se le intuye a través de la interpretación de Ariane Acaride el esfuerzo y la verdadera dedicación. Su trabajo recibe un merecido homenaje en esta película dirigida por Marie-Castille Mention-Schaar sobre una historia de Ahmed Dramé, antiguo alumno de Anglès que, además, se interpreta a sí mismo en la pantalla.
En una entrevista, Anglès confiesa que hay una diferencia entre la realidad y la ficción, aunque sutil, sí significativa. En la película, los alumnos asisten a clase en horario extraescolar. La verdad es que ella utilizó las cinco horas de la clase de Educación Cívica para incluir el proyecto, dado que los valores que aprendieran con él eran fácilmente aplicables como materia de la asignatura.
Casi todo lo demás, es fiel a lo sucedido. Incluso las frases que salen de los labios de Ariane Acaride repiten aquellas que Anglès decía a sus alumnos. La profesora de Historia es un gran canto de alabanza al duro trabajo de tantos docentes que encaran una actualidad cada vez más compleja con unos recursos y un reconocimiento social más y más exiguos a cada curso que se inicia.
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