Passeig de la Plaça Major 37, Sabadell |
El Llit es un bar con una estética muy trabajada ubicado en pleno centro de Sabadell, con terraza exterior e interior. Como local, atrae. El problema es que, las dos veces que he ido, la comida ha sido un desastre.
La primera vez fui solo al mediodía y pedí una hamburguesa. Me senté en la terraza interior y hacía sol. Era muy agradable. Tienen tapas pero también hamburguesas y otros bocadillos. Pedí una hamburguesa Ribs (200g. de ternera). Al principio me pareció pequeña, pero casi mejor porque tanto la carne como el pan estaban más secos que Benito Pocino. Como podéis constatar en la foto, se veía muy triste. ¿Podéis encontrar la compota de cebolla, el crujiente de bacon, la mayonesa y la rúcula salvaje que apuntaban en el menú? Porque yo no. Las patatas, en un cono, eran pocas, demasiado hechas y sosas; la lechuga, de bolsa (si era Florette o Hacendado, ya no sabría deciros).
Mierdifoto de hamburguesa El Llit |
Salí muy insatisfecho pero, visto lo bonito que era el local, me dije que tal vez había sido una mala elección venir al mediodía porque no había casi nadie. Cuando no hay movimiento, la cocina no suele estar a punto y el cocinero, dormido. En la barra, los camareros estaban de charleta, pasando bastante de todo. ¿Cómo se entiende de otro modo que tuviera que esperar cuando estaba solo en el bar?
Un par de semanas después, probé con mi pareja por la noche. El sitio estaba lleno a rebosar pero el servicio seguía igual de despistado. Al entrar no nos atendieron y acabamos sentándonos por nuestra cuenta en una mesa vacía del largo pasillo que hay entre la barra y el comedor principal, junto a la puerta que da a la terraza interior. La zona no estaba bien iluminada pero, bueno, teníamos hambre y ganas de intentarlo de nuevo, así que cenar en un corredor ambientado en Resident Evil no nos pareció tan negativo.
Pedimos unas patatas El Llit, especialidad de la casa. Venían en un bol pequeño, completamente quemadas, con mayonesa en cantidades industriales. Las ocho alitas de pollo a la churruscoa, dignas de la barbacoa de un pirómano, estaban hechas, rehechas y contrahechas. Soy mal fotógrafo y, si hay mala iluminación, alcanzo el grado de nefasto, pero creo que se aprecia bien que tanto las patatas como el pollo lucían un moreno que sería la envidia de Eduardo Zaplana.
Mierdifoto de las bravas y las alitas a la barbacoa |
En la siguiente foto se pueden ver los nachos que pedimos, "gratinados con queso, guacamole y jalapeños". Los nachos estaban reblandecidos bajo una capa gomosa de tranchetes. Cogías los de arriba y te quedabas sin queso para los siguientes. No se les ocurrió poner capas intercaladas. El problema es que ni siquiera los primeros tenían gracia alguna porque eran completamente insípidos. El guacamole era un bolote de masa sin sabor alguno que, del modo en que estaba compactado, no parecía demasiado casero. Como buenos abanderados de la vanguardia culinaria, nos trajeron el plato deconstruido.
Mierdifoto de los nachos con guacamole y jalapeños |
Fui valiente o temerario y pedí el equivalente en pan a las patatas de la casa, es decir, el bocadillo El Llit. Es de calamares con mayonesa (cómo no iban a ponerle) y mezclum del súper. No sé por qué, tal vez por esa costumbre tan catalana como equivocada de que todo pan debe llevar tomate acompañe una tortilla o jamón de Jabugo, venía untado. Por no salirse de su línea, los calamares era pura poesía, con gusto a nada y vahídos de ausencia. Irónicamente, lo único que paladeé fue el suave toque del tomate.
Además del agua y la cerveza, pedí una Piña Colada que venía más cargada que un entrevistado del programa Callejeros. No pude pasar del segundo trago. Excluimos los postres de nuestro banquete para que el resto de clientes del bar pudieran disfrutarlos. ¡No íbamos a ser nosotros quienes los privaran de semejante placer!
En resumen, El Llit un local salido directamente de la imaginación de un interiorista y sus platos... también. La experiencia fue tan satisfactoria como el servicio. Decir que estaba malo sería engañaros. Hay realidades que superan los conceptos que se crearon para intentar definirlas.
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Bocadillo El Llit (6,60€) Patatas El Llit (4,10€) Alitas de pollo a la barbacoa (6,20€) Nachos gratinados con guacamole y jalapeños (4,80€) Agua pequeña (1,00€) Cerveza Epidor (2,20€) Piña colada (6,50€). Total: 31,40€
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