La luna del revés de Blutch


Siendo reduccionistas, Blutch tiene dos caras: la cómica y la artística. No son excluyentes. Blutch no abandona el humor cuando se pone sesudo ni descuida su estilo cuando se burla de todos. Pero es cierto que en Blotch y El pequeño Christian los chistes y la trama son más sencillas, más accesibles, mientras que en La voluptuosidad y La luna del revés hay una mayor elaboración en los trazos de un pincel donde las gracias y el guión se difuminan y hasta opacan.

Me ha costado seguir la historia de La luna del revés. Hay un desajuste temporal en la trama que no alcanzaba a comprender. Este álbum habla de un futuro deprimente que es nuestro presente disfrazado con otro manto más de extravagancia, aumentado y deformado por el monóculo de un loco psicótico, lleno de excentricidades que acaban sumando nuestro absurdo actual y atemporal.

En esta realidad, la gente se sienta en taburetes frente a máquinas amorfas donde introducen sus manos sin tener idea de qué hacen ni qué fabrican. Apoyan sus posaderas en el asiento y gastan ocho horas diarias de su vida sin saber ni importarles para qué, de modo bastante similar a los trabajos que tenemos hoy la mayoría. No trabajamos para un fin. El trabajo es el fin.

Lantz es el autor del Nuevo Nuevo Testamento pero su seso está seco, no sale nada, y la editorial le exige la publicación inmediata del próximo volumen. Liebling es una joven que quiere plasmar a través del arte todo lo que burbujea en su cabeza pero su familia le exige trabajar. Ambos sucesos, en épocas distintas, se cruzan y crean una única trama de ciencia-ficción y crítica social.

Me ha gustado mucho el dibujo pero el relato no me ha entusiasmado tanto. Durante bastantes páginas no sabía si me encontraba ante algo demasiado difícil o ante algo sencillo que buscaba ser intencionadamente complejo. Cuando alcancé la resolución, vi que era intencionado y tanto la explicación como la conclusión me dejaron bastante desencantado.

Confieso que La voluptuosidad, que la entendí todavía menos, la disfruté más. Sus ilustraciones son brutales, estremecen. Aquí brilla el genio de Blutch pero se queda a medio camino, como dando a entender que para ser más comprensible, debe simplificar también su dibujo. El objeto de la crítica lo comparto totalmente pero la historia me ha parecido innecesariamente rebuscada.

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