Sharknado me pareció muy entretenida, una mala película que se sabía mala y avanzaba in crescendo hacia la alocada hipérbole final. Sharknado 2 repetía fórmula pero se mudaba de Los Ángeles a Nueva York y, aunque más aburrida que la primera, conseguía una gran final, divertido y más exagerado que su antecesora.
En Sharknado 3 todo el mundo pasa de todo. No sólo se sabe mala sino que busca serlo todavía más. El comienzo ya podría haber sido una sola película, absurda y desproporcionada, con el protagonista y el presidente de los Estados Unidos matando tiburones en la Casa Blanca mientras un tornado de escuálos asesinos destruye por completo la ciudad de Washington.
Pero eso es sólo el principio. La película buscar ir a más atravesando un desierto de tedio hasta despegar en una nave hacia el espacio donde seguir haciendo el bestia. Si con la segunda me aburrí, con esta me agoté. No sé siquiera si había guión o soltaban a los actores delante de la cámara con la orden de que lo hicieran lo peor que fueran capaces.
Los minutos finales son apoteósicos en el mal sentido. Como si no hubiera quedado claro que la fórmula está más que agotada, tienen los santos redaños de meternos la burrada padre y cerrar la película con un "fin" entre interrogantes. ¿Una cuarta parte? Si hay otra, y deciden seguir el camino de esta tercera, no imagino cuán nefanda podría llegar a ser.
No hay comentarios
Publicar un comentario