Super Humor de Superlópez nº 17


¿Quién me iba a decir que volvería a comprarme un Super Humor? El número 17 de Superlópez (a 17€ también) recopila los álbumes 68, 69 y 70 con las historietas de Tres pizzas y un muerto, El Supergrupo contra los Demoledores y Mambrú se va a la guerra.

Tres pizzas y un muerto es bastante malo. Es una historia que, juraría, parodia alguna película. ¿Acaso Misterioso asesinato en Manhattan o similiar? Una sucesión de malentendidos lleva a Superlópez a pensar que ha habido un asesinato... pero sólo a él. Es tan evidente todo que al lector no le surge la duda en ningún momento. Paralelamente, hay unos mafiosos haciendo trapicheos en el mismo pueblo a los que calentará a base de bien como es costumbre.

Mambrú se va a la guerra trata el tema de los jóvenes europeos que, reclutados por Daesh, marchan a Siria a recibir entrenamiento. Jan nunca se ha cortado a la hora de incluir la realidad social en las páginas de sus cómics, sin escatimar en crítica. Es algo que aprecio mucho si realmente algún niño o adolescente sigue acercándose a ellos. Desgraciadamente para sus arcas, creo que su público actual está formado sólo por treintañeros nostálgicos, a quienes la crítica se les queda corta o, peor, se la trae al pairo.

Tanto Tres Pizzas como Mambrú tienen eso tan aburrido de hacer ir al protagonista de un lado para otro sin rumbo para rellenar las 48 páginas, terminando con cuatro mamporros en las dos últimas. Superlópez es tan poderoso que a los terroristas o a los mafiosos de turno se los ventila en un plis plas. Queda patente que el autor está aburrido del personaje. Ha intentado tomar, si no nuevos caminos, al menos sí algo de aire fresco (como aquel Cederrom o Tadeo Jones) pero estos proyectos no han acabado funcionado.

Haciendo tándem con Efepé en la nueva aventura de El Supergrupo sí que se aprecia el sabor de antaño, la aventura, el humor. La crítica social está muy bien pero no debería barrer la esencia de este tebeo, que es pasar un buen rato. Lo que no puede ser es que, al final, todo quede en medio de la nada, donde el análisis es simple y la comedia invisible. Pero, bueno, como digo, es comprensible. Son muchos años ya y esto debe de haberse convertido en un curro de subsistencia para el autor.

Esta parodia de los cómics donde se agrupan varios superhéroes a estilo de Los Vengadores o La Liga de la Justicia, si bien no alcanza ni de lejos el nivel de sus inicios, entretiene mucho más. Nos hace reír y, además, nos habla de la especulación urbanística y la edificación en espacios naturales con el caso del hotel El Algarrobico. La historia no tiene mucho sentido pero es muy gracioso volver a ver al Capitán Hispania, a Latas o a La Chica Increíble sacar de quicio a Superlópez.

No me ha defraudado excesivamente porque ya sé de qué pie cojean en la actualidad tanto Superlópez como Mortadelo. Después de tan buenos ratos, me resulta injusto o desagradecido menospreciarlo. Lo que queda claro es que la historieta que más me ha merecido la pena, y que nos retraerá a nuestra infancia o juventud, en la de El Supergrupo: unas risas nostálgicas que sientan la mar de bien.

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